La nueva
adquisición del señor Peebles para la tienda de mascotas es un lagarto gigante
al que ha llamado Moguila. El reptil, luce un bombín azul marino y un bonito
lazo fucsia que envuelve su membranoso cuerpo, como si se tratara de un regalo;
así motiva su venta. Pasa el día expuesto tras el escaparate, y se ha
convertido en la atracción del pueblo. Cada tarde, la gente se detiene ante el
acristalado y observa cómo el señor Peebles le da una suculenta merienda a base
de pequeñas mascotas; las que no consigue vender: conejillos, hámsteres, gatos, jerbos y
ardillas.
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