El señor reconoce
como suya la voz que le habla a través del teléfono. La escucha con cierta
excitación; arrastra las erres levemente, igual que él. Después de una breve presentación,
le informa de una promoción que Movistar ha sacado para sus clientes; le suelta
un rollo que ni escucha. Luego, de la mejor manera, le dice que no le interesa,
y, al disponerse a colgar, el teleoperador, para captar su interés, le habla de
cuestiones que pertenecen a la privacidad del señor; de sus incipientes visitas
a locales de alterne y de un quiste sebáceo que deben extirparle mañana.
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