Un conocido mío que
realiza prácticas curativas sin título oficial, me recomendó que cuando se
tiene una mujer ultrasensible a los electromagnetismos de la casa, ya sean aparatos
eléctricos, transformadores, radios, móviles u otras fuentes de radiación, lo
mejor es poner una piel de conejo bajo la cama para que absorba las malas
energías. O currárselo, como yo hago: llevarla a comer a los mejores restaurantes,
felicitarla por su cumpleaños con regalos carísimos, viajar al menos una vez al
mes… y decirle lo que desea escuchar cuando pregunta sobre cuestiones que, si se
fuera sincero, podrían desatar la III Guerra Mundial.
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