En el pueblo señalamos
con orgullo una estatua que no existe. Nadie profundiza en detalles porque
sabemos que en su no apariencia radica su excepcionalidad. Está situada en el
centro de la plaza Mayor, rodeada de numerosas casas. Los perros callejeros dan
vueltas a su alrededor, levantan la patita y la mean; las palomas también dejan
su marca; y la gente más chismosa cuenta historias sobre ella. Los que viven en
el municipio desde siempre argumentan que es la estatua ecuestre de un militar fantasma;
y los más jóvenes que representa la melancólica figura de un escritor que nunca
existió.
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