sábado, 30 de junio de 2018

EL VESTIDO


Una mujer dice: «Yo no tengo piernas para llevar esto».
Dos mujeres mantienen una conversación en la mesa de atrás. Es jueves, hay mercadillo, por lo que me figuro habrán ido a comprar, y ahora, tomando algo en esta cómoda terraza, comentan la jugada de sus adquisiciones. Alguna vez, mi madre también ha pronunciado esa expresión cuando ha creído que sus piernas no eran especialmente bonitas para ser mostradas con una falda. Pero este día, cuando echo la vista atrás disimuladamente, veo que la señora que sostiene el vestido y dice no con la cabeza va en silla de ruedas.   


ESENCIA HUMANA


Cuando sufro una gripe mi centro se esparce como metralla. Me vuelvo inestable y no pienso con claridad. Pero, incluso así, soy consciente de que, efectivamente, somos alma y cuerpo. Si falla el alma nos conduce al desánimo, a una enfermedad etérea y mental. Y si falla el cuerpo –ese es mi estado actual– es complicado mantenerse en pie y hacer lo básico. Percibo con claridad cómo estas dos partes constituyen la esencia humana, y se agradece que no enfermen a la vez, pues sería horrible. Bajo la persiana, me acuesto y espero a que este virus se extinga. Tos, fiebre y vómitos. Por ahora vomitar lo que más. Menos mal que tengo una palangana y el alma sana.

jueves, 28 de junio de 2018

VUELTA AL PUEBLO


Cuando vuelvo a mi pueblo, después de estar un tiempo vagando por otros territorios, lo redescubro y lo veo con otros ojos. Camino tranquilo por sus calles y soy consciente de que el tiempo debería ser para no hacer nada, para sentir nuestra respiración, la intensidad del ahora, y experimentar en esa inactividad la felicidad plena. Abro la boca repetidamente para provocarme un bostezo, y cuando lo consigo mi cerebro se oxigena maravillosamente. Me encuentro tan gusto, tan en paz. La luz de la mañana salpica la blancura de los tejados, las hojas de los árboles, y también mi nariz. La estimula y hace que estornude con fuerza. Qué goce. Qué divina es esa explosión corporal. Me libera. Me hace sentir tan relajado. Es tan mágico respirar profundamente. Conecto con la tierra, con el cielo, con la suave brisa que acaricia mi cara. Cierro los ojos. Me abstraigo. Medito sobre lo bueno que nos regala la naturaleza. Todos deberíamos andar por la vida sin expectativas, como yo lo hago. Deberíamos ser libres para seguir los dictados de nuestra consciencia. Sin embargo, el pensamiento, que también es sabio, me advierte que de esta manera también puedo convertirme en un holgazán.

miércoles, 27 de junio de 2018

SUS ÚLTIMAS PALABRAS


Las últimas palabras que dijo mi padre antes de morir no fueron lo que una se espera. Cuando ocurrió yo no estaba en su habitación, cuidándolo y haciéndole compañía como era habitual. Me ausenté unas horas. Lo necesitaba. Me dediqué a poner una lavadora y a limpiar un poco la casa. Estar tan pendiente de una persona hace que al final pierdas la noción del tiempo y descuides las tareas del hogar. Esa tarde, mientras pasaba la aspiradora, mi padre rugió como un león para que le oyera. «¡¡Tráeme un melocotón, coño!!», gritó. Cuando se lo llevé ya no respiraba.    

jueves, 21 de junio de 2018

HAZME CASO


Las razones que motivan a acabar con la vida de otras personas pueden ser varias. Es importante que al principio, cuando te inicies, sean argumentos sencillos, no es preciso buscar cierta sofisticación para que la acción tenga valor. Por ejemplo, puedes matar porque no tengas nada mejor que hacer o estés aburrido; también porque quieras dedicarte plenamente al arte de matar, como si fuera un oficio al que es importante dedicar sus horas. Matar por matar está bien, es válido, pero yo te recomendaría que buscaras algún precepto sencillo que te diera más juego. Va bien ponerse alguna regla o cumplir algún aspecto que tú mismo puedas establecer. Si quieres puedo decirte lo que hice yo. ¿Quieres?... ¿Si?... Venga, va, te lo cuento porque eres tú, ¿eh?
     Yo me centré en un pueblo concreto. Elegí uno del norte de Castellón que tiene bastante turismo en verano. Me gusta que haya mucha gente, así puedo elegir. No voy a decirte qué pueblo elegí; eso, en realidad, no tiene importancia. El caso es que decidí que mis víctimas fueran siempre hombres, con barba y que predominara el color azul en su vestimenta. Esa fue la norma que me impuse para matarlos de lejos, escondido, y con una pistola. ¿Qué te parece? Si, además de cumplirse esas características, los susodichos eran calvos y llevaban riñonera, mi compromiso era acercarme a ellos por la espalda y darles muerte acuchillándolos con un machete. ¿Qué? ¿Cómo te quedas? Mola, ¿eh? De esta manera, con ingeniosas pautas, se  incentiva el entretenimiento y la motivación es máxima. Hazme caso.  

martes, 19 de junio de 2018

LA CIUDAD TRÉMULA


Mi casa ha sufrido un ictus. Estoy preocupado. Se han levantado las baldosas del comedor y el aspecto de las habitaciones ha quedado desfigurado. No es la misma. Una fuerte vibración la sacudió violentamente y derivó en esta contorsión permanente. No puedo abandonarla, así que seguiré habitando en ella, sin moverme mucho y obligándome a hacerlo todo con sumo cuidado. La oigo resquebrajarse un poco cada noche y veo como el polvo va recubriéndola con una segunda piel, pero tengo la esperanza de que los movimientos convulsos de esta ciudad vuelvan a zarandearla para que todo torne a su sitio.

viernes, 15 de junio de 2018

NADA


Nada es lo único que hago. Me levanto temprano y eso ocupa todo mi tiempo. En mi despacho no dejo que nadie me moleste mientras me entrego en cuerpo y alma a mis nulas obligaciones. No cabe duda de que, como responsable del buen funcionamiento de la gran comunidad a la que represento, es razonable pensar que la no acción es la mejor opción para que todo funcione como debe funcionar. Ese es mi trabajo, saberlo y ponerlo en práctica desde este amplio despacho. Mis consejeros de confianza han dispuesto un cómodo sillón junto a la ventana donde me apoltrono y permanezco inmóvil mirando los árboles, los edificios, los viandantes, el paisaje… o me abstraigo contemplando un punto cualquiera en el espacio.   

viernes, 1 de junio de 2018

COLACAO


El Colacao me alivia, y además me aporta magnesio. Me lo tomo todas las mañanas, sin leche, a palo seco, como una medicina. Me encanta. He llegado a tomarlo a cucharadas. Sin embargo, muchas veces se me hace bola y me cuesta tragarlo; se forma una pasta espesa y apelmazada, como de polvorón. Pero, desde hace unas semanas, he descubierto que tomándolo por la nariz resulta más cómodo, incluso más placentero. Me preparo montoncitos de cacao sobre el banco de la cocina y los esnifo con un barquillo de chocolate. Mi padre hace lo mismo, pero con rayitas de azúcar.