Tras la ocupación marciana
me hice amigo de un alienígena bonachón que siempre señalaba las nubes. Pensaba
que teníamos una tecnología avanzadísima para desarrollarlas. Yo me
reía y le decía que no hacíamos nada, que era un proceso físico. No me creía. Le
expliqué que al evaporarse el agua de los mares, el vapor que ascendía se
condensaba y se transformaba en esas masas blanquecinas que veía; luego, llovía
y se repetía el proceso. Aún fue peor. Se encolerizó y cambió de apariencia; le
brotaron unos alargados apéndices con los que me apresó y me elevó hasta su nave
nodriza
Relato finalista en Wonderland el 15/10/2016 .
Relato finalista en Wonderland el 15/10/2016 .
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