martes, 28 de diciembre de 2021

EL ASCENSOR

Subirme a un ascensor me ha estimulado gratamente. El olor que despedía me ha transportado con violencia a mi infancia. Ha sido el acceso directo a mis recuerdos, a un cúmulo de emociones vividas durante mi niñez. 
Mientras ascendía me he visto en casa de mis abuelos maternos, en el pequeño comedor de la calle Pescadores, saboreando el potaje de garbanzos que hacía mi abuela Gabriela. ¡Por Dios, qué delicia! Mi abuelo Carlos, como era habitual en él cada vez que comíamos legumbres, me ofrecía su dedo índice retraído, imitando la forma arqueada de un gancho, y decía: "Estira'm lo ditet, fillet". Y yo lo hacía; le estiraba el dedo sabiendo lo que iba a ocurrir a continuación. No sé si es debido a que estas fechas remueven el presente y acentúan nuestra espiritualidad, pero he pensado que solo el amor se recuerda y se aprecia a través de los detalles. Solo es cuestión de años, de haber vivido, y de tener algo de memoria.

sábado, 18 de diciembre de 2021

EL SECRETO DEL PINTOR

¡Sentaros, os contaré cómo pinto mis cuadros! 

La mejor alternativa que conozco para liberar mi creatividad reside en la bebida, concretamente en la ingesta desproporcionada de vino tinto con refresco de cola, lo que llamamos calimocho. Es un cóctel sencillo y fácil de preparar que se ajusta a mi economía y, además de potenciar mi intuición, me ayuda a ser más creativo e ingenioso. También puedo serlo a través de la combinación de otras sustancias, pero son demasiado caras y, tras consumirlas, acabo convirtiéndome en un ser autodestructivo. 

No hay nada más peligroso que un hombre sin imaginación, ¿no creéis? Hay que ejercitar la inventiva, sea como sea. Debéis saber que los mejores descubrimientos ocurren durante el proceso creativo, siempre por casualidad, fruto del azar y la serendipia, en el fango de nuestra voluntad por que nazca algo de la nada, pero, para ello, para que esos hallazgos surjan, deben provocarse. Mi triunfo como artista depende de la manera en que consiga alterar mi visión de la realidad y de la calidad estética de esas casualidades. Para ello, a eso iba, solo he de prepararme un vaso ancho con hielo y mezclar varios cartones de vino con la cola. Alcanzar la visión adecuada me cuesta un buen rato, he de beber bastante, pero vale la pena. Cuando lo consigo me desinhibo y pierdo el miedo. Nace la genialidad a través de mis alucinaciones y devaneos. Me transformo en otro ser y veo el cielo como un celofán azul celeste, transparente, gaseoso. Contemplo un césped en el firmamento, con pliegues durante el día y un manto de chiribitas plateadas durante la noche. Nada me intimida y todo fluye. ¡Probadlo, veréis! ¡Es una sensación tan placentera! Aunque, cuidado, cada uno debe encontrar su punto. Es evidente que empinar el codo del modo que yo lo hago tiene sus ventajas, aunque también desencadena unas resacas monumentales.


domingo, 5 de diciembre de 2021

ATLAS HUMANO

 

Soy experto en proyectar futuros. Hay tantos como personas. Ahora mismo, el que diseño en mi mente bien podría ser el tuyo, el de un individuo sin apego e incapaz de enraizarse a nada que no sea él mismo. Veo a unos padres que lloran en la cocina tras una fuerte discusión contigo. La desesperación se ha instalado en ellos. No saben cómo educarte. Sobre la cama tienes una maleta abierta que vas llenando de ropa. Estás cansado de estas situaciones y te sientes atornillado a una rutina que no te deja avanzar. Tu maquinaria cerebral es compleja, estás lleno de incertidumbres, pero en ese momento convulso piensas en tu porvenir y no dudas en largarte hacia el futuro sin calcular nada. Das un portazo y te encaminas decidido en busca de un destino cualquiera, el que sea. El tiempo transcurre rápido. Vives con entusiasmo los primeros años de tu autosuficiencia. Tu formación te permite encontrar un buen trabajo. Conoces a tu mujer y formas una familia. Los episodios de tu vida transcurren tan rápido que entras en una deplorable realidad de excesos. No estás hecho para el compromiso ni para el afecto. Prendes fuego a tu existencia y, tras convertir en un lastimoso espectáculo tu vida conyugal, te quedas solo a los cincuenta años. Tu evolución te lleva a hablar solo por la calle. Descubres que ya hay gente que también lo hace. Transitas por las ciudades como un animal cansado. Sin embargo, te esfuerzas en sobrevivir entre tinieblas, cartones y limosnas. Hasta que, irremediablemente, respiras el aire podrido que despide el cadáver en el que te vas convirtiendo, y recuerdas los sollozos y la pena de tus padres el día que decidiste, sin el más mínimo arrepentimiento, abandonarlos para siempre.

viernes, 3 de diciembre de 2021

UNES PARAULES SOBRE EL MEU AUTORETRAT per MARÍA JOSÉ AÑÓN


Mil gracias a María José Añón por este regalo. Sus palabras sobre mi último libro publicado por Onada Edicions, Autorretrato ilustrado de un bohemio sin cabeza, se han convertido en una magnífica crónica. Me gustaría compartir con vosotros su texto. Creo que puede acercaros un poco más a mi literatura, a lo que me trabaja por dentro.


Avui diumenge 22 d’agost he anat a la presentació del nou llibre de Sergi Cambrils Caspe, Autorretrato ilustrado de un bohemio sin cabeza. La presentació a càrrec de Mª José Medina, Jordi Maura i el autor ha sigut distreta, molt preparada, perfecta. Es nota que coneixen  de debò a Sergi. De tant en tant, Bea Cambrils ens delecta amb la seva flauta. En definitiva, una vetllada magnífica. Quin encert fer aquest acte dins la programació de les festes patronals!

Després de sopar, encuriosida per descobrir quin serà el autoretrat que trobaré en aquestes pàgines, començo a llegir el llibre. Conec les seves pintures, però aquesta faceta d’escriptor, no tant.

La primera cosa que faig es revisar l’índex. Ho faig sempre per saber quantes pàgines té i veure si ho podré llegir d’una tirada o he de distribuir el meu temps. Intueixo pels títols del capítols que podré anar fent una lectura distesa, al meu aire.

De sobte, em sorprèn trobar-me amb una pàgina quasi buida, un llenç blanc amb una sola línia escrita amb aquesta contundent frase de Marcel Proust que m’invita a la reflexió:

 

Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia

 

Em pregunto si Sergi, aquest xiquet que un dia vaig tenir el plaer de trobar-lo com alumne a les meves classes de francès, em portarà a la recerca del temps perdut de Proust (el francès no era la seva assignatura preferida, però qui sap si alguna cosa li va calar fort). No ho sé del cert, del que sí estic segura és que el temps tindrà un pes important en aquest autoretrat. 

En uns quants dies acabo la lectura i penso una mica en totes les històries i decideixo escriure aquestes línies. Al meu parer, la frase de l’autor del Autorretrato con radiador Christian Bobin amb la qual comença el capítol 1 resumeix molt bé el llibre que he tingut entre mans:

 

Una obsesión, una única obsesión, tenaz, incansable, profunda, insistente, incurable, con eso es con lo que se hace un escritor o un loco.

 

Un relat? Una novel·la? Un dietari? Un assaig? Una biografia? No m’interessa la resposta, sols la veu que va relatant-nos tot allò que li succeeix dia a dia, els objectes amb què conviu, allò que observa des de la seva habitació, la reflexió sobre l’avorriment i la inactivitat, la perplexitat davant la condició humana, la soledat, la misantropia, el nihilisme...

Hi ha frases d’altres escriptors al començament d’alguns capítols. He passat una bona estona amb la de Pessoa al començament del capítol 10:

 

Embebo mis ojos en los colores y en los sonidos del paisaje […] Los ojos que piensan para dentro cosas de fuera

 

He imaginat Pessoa assegut en un dels carrers de Peníscola, gaudint dels colors del mar, dels capvespres, del sol sortint per l'horitzó, de la majestuositat d’Irta... com tu, Sergi, hauràs estat tantes i tantes vegades.

Un altre autor que em crida l’atenció és Rilke. Amb ell comença el capítol 47:

 

Aquí el tiempo no cuenta; un año no importa y diez años no son nada; ser artista significa no calcular ni medir; madurar como el árbol que no apremia su savia y se yergue confiado en medio de las tormentas de primavera, sin miedo a que después pueda no llegar el verano.

 

Rilke sempre volia penetrar en la interioritat de les coses, per això, escorcollava  la vida quotidiana. Quant vaig gaudir dels seus poemes i de les seves Cartas a un joven poeta  a la meva època de facultat! A les seves cartes ens mostra la seva concepció de la vida, la literatura, l'art, la religió... com tu has fet, Sergi, a mesura que li donaves forma al teu autoretrat. 

Però no sols Bobin, Pessoa i Rilke estan presents al teu llibre. També Kafka i la seva Metamorfosi formen part del teu retrat existencial: l’escarabat del capítol 8, aquella panerola que surt de l’esquerda del saló al 35, l’home nu que sembla un aranya, el bony a l’esquena, el mateix títol del llibre... 

I, a poc a poc, el Sergi artista, el pintor, el dibuixant, el bohemi; el Sergi que és un boig, el sense cap; l’irònic, el somiador, l’obsessiu, el poruc, el músic i el melancòlic; el Sergi que conec i el que desconec ha anant dibuixant-se en cada una de las línies d’aquest collage pintat amb lletres. Quina tendresa pel teu iaio! 


Aquest és un llibre que podem obrir-lo per on vulguem. És cert que tots els relats tenen un fil conductor i formen un tot, però la línia temporal la marca el mateix lector. Res no va abans i res no va després. Tot el que llegim té molta, molta creativitat i imaginació, i sobretot trobem molt d’amor per l’art en cada capítol!
 

Toda la literatura consiste en un esfuerzo para hacer real la vida, deia Pessoa.

No sé si és possible descobrir on està el límit entre la realitat i la fantasia en el teu autoretrat, però... què més fa!. Podem pensar el que vulguem. Això és el millor del llibre.

Un gran domini de la lletra, una explosió de sentiments com ho fas amb els pinzells quan pintes els teus quadres.

domingo, 28 de noviembre de 2021

REJUVENECERSE

Soy capaz de detectar a las personas que se abruman con el paso del tiempo. No son ningún misterio para mí. Suelen ir vestidas con ropa de marca, convencidas de que la elegancia y el buen gusto se distinguen a primera vista, en nuestra apariencia, en nuestra estética. He visto a muchas de estas personas pavonearse con sus gafas de sol de quinientos euros los días nublados, solo para ocultar los surcos y las arrugas propias de la edad. No se aceptan. Entran en una especie de baile de San Vito cuando, sin querer, manchan su estudiada indumentaria mientras degustan algún manjar en alguna terraza soleada con vistas al mar. Su expresión se frunce en angustia cuando un lamparón salta sobre su ropa, porque esa prenda, la calidad del género, la excelencia que va implícita en el tejido, logra distinguirlos de los demás. De ahí que, cuando la salsa de marisco, por ejemplo, salpica su camisa de corte italiano, se sientan vigilados por mil ojos, como si el francotirador del tiempo les apuntara para cargar contra ellos en cualquier momento. No sudan; al menos en público. Evitan hacer esfuerzos físicos, pues si alguien advirtiera una pequeña roncha de sudor bajo sus axilas podría interpretarse como un signo de abandono. Son formales, puntuales, y, si tienes la oportunidad de quedar con ellos, dan consejos valiosísimos sobre el comportamiento humano. A través gestos y ademanes pueden analizar la conducta de aquellos que tienen a su alrededor y saber mejor que nadie cuando la mediocridad se instala en sus vidas, sin conocer, de antemano, nada de sus circunstancias personales. Son geniales y poco tolerantes. Se quejan siempre por vicio. La mayoría son inconformistas y exigentes, obsesivos, intensos, inteligentes… Quieren ser volcanes para proyectar su energía, su ímpetu, el fuego, el vigor. Sin embargo, tras toda esa cosmética y sus creencias rejuvenecedoras, desprenden ternura y fragilidad. No quieren envejecer. Pues, como digo, pertenecen al colectivo de personas abrumadas por el inevitable avance de los días. Las que yo conozco viven en áticos, lo más alejadas de la corteza terrestre, ya que, según sus teorías, el tiempo transcurre más lentamente en las alturas. Nunca van a la playa; no soportan mezclarse con gentuza, dicen. Y detestan los colgajos de carne flácida que ellos mismos esconden bajo la suavidad de una sudadera fucsia con estampaciones vintages. Todo para engañar al tiempo, pero no a nosotros. Cualquiera les diría que prueben a colorear mandalas sobre el universo, las estrellas y los planetas; que busquen una peluquería sin glamour para definir un peinado adecuado a su escasa mata de pelo, y que, de una vez, acepten el flujo decadente e irrefrenable del paso del tiempo.  

sábado, 6 de noviembre de 2021

INSTINTO VEGETAL

Quiero estar recubierto por buganvillas moradas de las que mi madre cultivaba en el jardín. Que las masas de flores trepen sobre mí para vibrar con los matices púrpura y magenta. Que el verano me brinde un sol brillante y pueda convertirme en un galante vegetal. Podría vivir en un tiesto, incluso en uno pequeño y colgante, orientado al sur, alejado de este cuerpo escombro que me ha tocado habitar y que tanto me hace pensar. Meditaría desplegado al aire libre, sería la última vez, y entraría en mi centro orgánico para inquirir, desde la quietud, hasta qué punto soy culpable en el desorden y la maldad de este truculento mundo.   

sábado, 30 de octubre de 2021

SECCIÓN AUREA

Te acercas cada vez más a tu centro, a tu zona pélvica, a la sección aurea que dispone un punto reconocible en la línea media de tu cuerpo: el orificio que separa tus nalgas. Ahí se encuentra tu esencia, y esa negrura donde estamos todos muriendo es la que te lleva a pensar en la muerte, a prepararte, al menos, a lo inaplazable, porque, tarde o temprano, vas a olvidarte de ti mismo. Acabarás siendo algo etéreo, quizás una flatulencia sinuosa y tímida que tu cuerpo expulsará a través de esa abertura un día concreto. Y tu alma será eso, una ventosidad que se mezclará con el aire del lugar donde has vivido. Pero, no te desanimes, alguien te respirará y sentirá tu aroma salado y fétido por pertenecer a un pueblo con castillo y playa. Es posible que no desaparezcas del todo y, desde el centro de los que te han inhalado, puedas desviar las conductas y contribuyas en el tránsito interno que favorezca o asole sus vidas.



sábado, 23 de octubre de 2021

EL «ALLIOLI» DE MI ABUELO

El «allioli» que preparaba mi abuelo era una masa amarillenta y untuosa que podía extenderse sobre el pan, las patatas, el pescado y, también, cómo no, mezclarse con el «arrossejat». Esa emulsión oleosa era tan densa que se mantenía pegada en las paredes del mortero si se volcaba boca abajo. Mi abuelo era marinero y, como tal, sabía elaborar óptimos envenenamientos gastronómicos. Para mitigar la voracidad de los turistas procedentes de la capital preparaba un caldo de pescado tan potente y salado que la sustancia sabía a puro mar. Echaba un puñado de arroz por persona y doraba los granos en una cazuela con un buen chorro de aceite de oliva; luego lo cubría con ese líquido concentrado destinado a embeberse durante la cocción. De esa manera tan humilde conseguía que ese rancho se convirtiera en la fórmula más eficaz y sibilina para perforar los estómagos de los foráneos que venían al pueblo con ínfulas de grandeza. Los invitaba a comer a bordo de su pequeña embarcación y, tomándolos del hombro, les ofrecía vermut casero en su singular porrón de nudos azules. Conseguía que revelaran su ansia, su apetito desmesurado, para que, tras el festín, cuando los codiciosos comensales estimaban una digestión placentera, actuara la potencia del ajo y el aceite de esa salsa tan digna como excesiva, removiendo sus entrañas y golpeando ardorosamente a los más débiles de espíritu.   

miércoles, 8 de septiembre de 2021

PUEBLO CON ESTATUA

En la plaza del pueblo donde me hospedo hay una estatua significativa. Pertenece a un gran hombre, a un soldado condecorado. Su historia no entraña interés para mí, es una más de tantas andanzas bélicas y gloriosas. Solo me inquieta mi reacción ante la figura, mi impulso incontenible, la manera en que un automatismo impúdico y carnal se manifiesta hacia la escultura.
    Solo beso a las estatuas porque siento una atracción especial, y a la vez incómoda, hacía ellas. Me persuade su silencio, su quietud, la creencia de que la humedad de mis labios podrá estremecer su materia aleada. Así, movido por esta perturbadora pasión, cuando me encuentro besando uno de estos cuerpos de metal en la parte correspondiente a su boca, salta en mí una alarma inquietante que me lleva a cuestionar lo que hago:
    "¿Qué narices estoy haciendo? ¿Cómo siempre llego a esto? Tenía prevista una vida de ensueño para mí. ¿Habré tocado fondo?".
    Trato de quitar hierro a la situación, a la conducta impropia de un adulto de cuarenta y seis tacos; pero, al final, lejos de encontrar una razón coherente que explique mi arrebato, solo consigo juzgarme como un ser reprimido, desequilibrante, asocial y penoso, de una moralidad tan enquistada como indefinida. Por lo que llego a la conclusión de que las nadas de las estatuas se adaptan perfectamente a mí peculiar condición humana. 

LA INMORTALIDAD

Escribir pensando que nadie va a leerte es una buena fórmula para decir la verdad. Uno cree que de esa manera, sin ataduras ni convencionalismos, escribirá lo que realmente desea escribir. Me encuentro en un lugar lejano y recóndito, lejos de las multitudes urbanas, una especie de monasterio para guiris solitarios. He salido de mi zona de confort en busca de la inmortalidad. Para ello solo dispongo de una semana. Confieso que los milagros del arte suceden, pero los creadores no sabemos muy bien cómo; yo me conformo con una inmortalidad pequeña, terrenal, desconocida, que no trascienda en exceso en la espiritualidad del alma. Busco una inmortalidad leve, que pueda hallarse en un pequeño pueblo de interior, más sencilla que las de costumbre y, si es posible, no se parezca a las que diseña el cine o nuestra imaginación. Me conformo con una eternidad de andar por casa, que me sirva a mí y que su trayectoria vital sea perenne e inacabable, por supuesto, capaz de descolgar a mi mente, para tenderla al sol junto a la ropa húmeda que ondea en los balcones de estos territorios sin patria.

LOS FANTASMAS


La madre reza por su hijo, lo escucha, lo atiende, lo abraza; deja que su cabeza atormentada descanse sobre su regazo. Le dice que todo irá bien, que su angustia pasará y, del mismo modo que se ha manifestado en él, desaparecerá. La madre lo alivia con su afecto, su positividad, su fe, pero no logra que la situación cambie. El desasosiego y la pena que sufre su hijo son una circunstancia oscura y temible por la que ha de pasar. La madre siempre lo acompañará. Siempre. Pero será él, y solo él, quien deberá salvarse.

sábado, 9 de enero de 2021

LA RECETA

Confundí mi lengua con la pequeña porción de salmón que iba sobre el arroz, el «sushi amasado» o Nigirizushi en japonés. Utilicé los palillos para metérmelo entero en la boca y, con la confianza de que lo que uno mastica es comida, mordí la punta de mi lengua con tanta intensidad que la cercené, y ese pedacito de carne esponjosa quedó suelto en el interior de mi boca, amasándose con el arroz, la fina tira de alga y la sangre que lo aglutinaba todo en un exquisito bocado. No sentí dolor, fue en el siguiente bocado cuando fui consciente de lo que me había comido. Y repetí. Ya os pasaré la receta.