Puedo
componer un esqueleto con palos de distintas medidas y grosores, rellenar las
cavidades internas con los órganos y la carne de animales muertos y recubrir con
papel film, a modo de piel, esa estructura corpórea, maloliente y sanguinolenta,
para que todo quede embutido en una pieza y tome apariencia humana. Luego, a
través del don que Dios me ha dado, impongo mis manos sobre su cabeza, una
esfera de madera y el mocho de una fregona, y, pronunciando una oración
especial con toda mi fe, puedo dotar de vida a esa masa repulsiva. Es así como
yo hago amigos.
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