Un
buen camarero que se precie debe esperar entre cinco y siete minutos en retirar
una mesa. Los más experimentados saben que las energías, ya sean buenas o
malas, quedan suspendidas en el ambiente, por lo que no es conveniente, como
digo, despejar la mesa al poco de levantarse los clientes. Hay peligro, y
mucho. El camarero novato, al que solo se le inculca rapidez y esmero en
remontar mesas, desconoce esta consideración tan valiosa. De ahí que, al final
de temporada, muestren los síntomas de haber absorbido las energías más tóxicas
y hayan alcanzado un estado de salud irritante y penoso, que apuntará, indudablemente,
a una muerte prematura.
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