Solo existen los paisajes perfectos en nuestra mente, y, por desgracia,
en ellos no se puede habitar porque estaríamos en un constante estado de atontamiento.
Mi amigo sí que puede. Sueña con los ojos abiertos en cualquier sitio; está en
su mundo y no responde cuando le hablas. Lo imagino en su simplicidad; tumbado
en una pradera bañada de luz, observando el cielo y descubriendo en las nubes
otra idílica pradera donde otro tipo como él está echado en la hierba y
contempla asombrado la blancura de las nubes; así todo el rato, centrifugándose
continuamente en ese bucle de felicidad.
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