Cuando su situación se vio abocada a recorrer la ciudad como nunca lo
había hecho antes, visitó todo aquello que podía visitarse, tanto de día como
de noche. Descubrió otras perspectivas del espacio urbano, de su realidad, y
pudo comprobar que todo estaba diseñado para que fuera una mierda. Menos las
iglesias. En estos templos podía estar largo tiempo e imaginar que llegaba a su
casa después del trabajo; se daba una reconfortante ducha con agua caliente y
cenaba copiosamente junto a su mujer y su pequeña; luego veía un rato la tele
y, sin verdaderas preocupaciones porque la vida le era satisfactoria y plena,
se acostaba plácidamente en su mullida cama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario