La risa, en ocasiones, surge de zonas ignotas del cerebro y se convierte
en un reír tan tonto y absurdo que parece que estés ido y no tengas control
sobre ti mismo. Eso mismo le sucedió a un futbolista antes de dar inicio un
partido. Estaba sobre el terreno de juego, alineado junto a sus compañeros, escuchando
el himno nacional con su mano derecha apoyada sobre el pecho. Un pensamiento inadecuado
se proyectó en su mente y, justo en ese momento solemne y respetuoso, fue
captado por las cámaras de televisión sin poder retener lo que le nacía de dentro.
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