Los calcetines que se pierden en
cada colada son uno de los misterios que mi madre debería revisar. Ella asegura
que los mete todos en la lavadora, que pone el programa adecuado y cuando los
saca y organiza por parejas para tenderlos, comprueba que ya faltan algunos. El
centrifugado elimina gran parte de la humedad del tejido y puede que esas revoluciones
que da el bombo afecten de alguna manera a la ropa más pequeña. Le digo que la
próxima vez los lave a mano, pero el puñetero de mi padre sostiene que, aunque
lo haga así, pasaría lo mismo.
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