sábado, 23 de mayo de 2015

DOMINGO



Las hormigas me invaden cuando me tumbo en el sofá. Salen de lo más recóndito de la tapicería y corretean nerviosas por un terreno abultado y de trasiego intestinal; mi barriga. Arracimadas en la convexidad, transportan miguitas de pan y restos del pollo a l’ast que han quedado adheridos en mi suéter. Me he zampado uno entero, con patatas fritas, y una botella de cava. Un bicho traslúcido va entretejiéndome en el escay, me ovilla en una dulce modorra que se adueña como un desmayo y preso de ese estado catatónico es cuando da comienzo la peli de las cuatro.

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