La eficacia comunicativa de un
informativo de televisión y su credibilidad descansaban sobre la figura de su
presentador. Aquella noche, mientras daba las noticias con el rigor y la
seriedad de siempre, comunicó a los espectadores que iba a suicidarse. Explicó
las causas de su decisión como una noticia más de la parrilla de contenidos,
solo que sin leerla en el teleprompter. La credibilidad era la cualidad más
importante en un periodista, así que se disparó en la sien después de
anunciarlo, en directo. Fue una pérdida traumática, aunque aquella noche la
cadena hizo la mejor audiencia de la historia.
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