El «tic-tac» del viejo reloj de péndulo va descompasado. El «tic» suena
primero y cuando esperas el «tac» resulta que tarda más de lo esperado. ¿Para
qué sirve un reloj que funciona así? Está enfermo. Lo curioso es que el relojero vino a casa para
echarle un vistazo y, tras examinarlo, nos dijo que su mecanismo iba
perfectamente. Yo creo que en esas saetas se alberga el mal. Cuando el médico
de relojes lo hizo funcionar ante nosotros, el «tic» y el «tac» tenían la misma
cadencia y su intermitencia era correcta, marcial, precisa. Sin embargo, cuando
nos quedamos solos con él, nuestra casa pasa a ser un lugar extraño y atemporal
donde el tiempo vuelve a medirse caprichosamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario