Cuando tu ropa interior huele a festival es que en la cajonera se ha
celebrado una fiesta que apesta a locura y a conciertos de flipaos que se cagan
en todo. Un aroma de bilis se revela en sus paredes de madera. Litronas de
meado y pedos contenidos. ¡Vaya tela la de ese cajón de sastre! Todo el tejido
dado de sí por culpa de unos teloneros peludos que regurgitan música sucia y deshilachada.
Ahí te quiero ver por la mañana, querido, abriendo la cómoda de tus entrañas para
enfundarte unos calcetines o unos calzoncillos con nicotina de la buena.
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