Cuando hace un calor sofocante e impropio de la temporada de invierno,
alguien salta y dice.
–¡Esto no es normal, lo pagaremos más adelante, ya veréis!
Como si el tiempo fuera un ser malévolo que jamás regala nada. «Disfrutad
ahora que podéis de este cálido sol», diría si estuviera dentro de ese cuerpo
vengativo. Y puede que haya algo de verdad en esa alarma; y que lo pagaremos. El
tiempo, que es caprichoso y cambiante, modela su estado en función del coraje y
las ganas de acción. De ahí que, desde hace algunos años, podamos aseverar que
solo existen dos estaciones. Se dice que el motivo es por el cambio climático,
pero a mí no me convence ese argumento. Malpienso de Dios. Seguro que está
detrás de todo este asunto; riéndose sardónico y barajando las alternativas que
tiene para hacer de este planeta un lugar inhabitable.
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