A una señora le ha caído la chaqueta del respaldo de la silla. El
caballero que lee el periódico se ha percatado. Otras personas también lo han
visto. Incluso el camarero. Pero a nadie parece importarle. La chaqueta permanece
en el suelo hasta que una joven que pasa por ahí la recoge disimuladamente. En
otro lugar, alejada de esa terraza, se la prueba. Al verse reflejada en un
escaparate comprueba que le queda estupenda. La prenda es de piel, grisácea y
de cuello alto. Se ve elegante. Aunque para nada se siente orgullosa. Más bien se
avergüenza de ser pobre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario