Llueven pájaros. Los más grandes abollan los capots de los coches con
su impacto y los más pequeños también. El fin del mundo podría iniciarse así,
lloviendo pájaros y abollando coches. Visualizo a los científicos tras una
ventana, contemplando este singular acontecimiento, deseosos por abrir los plumíferos
cuerpos que se precipitan misteriosamente, con el recelo por averiguar el
origen de su muerte. Necesitan buscar un sentido lógico o una explicación
fundada a un hecho que podría interpretarse como inexplicable, sin barajar siquiera la
posibilidad de que, aunque la ciencia no logre explicar nada, pueda deberse a un
plan de Dios.
Relato finalista en Wonderland el 03/03/2018
Relato finalista en Wonderland el 03/03/2018
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