Yo soy todo tuyo. Ya lo sabes. En cambio tú te resistes a ser mía.
Dices que lo tuyo es tuyo y que siempre estará ligado a ti. Entiende mí alusión
apasionada. Tengo un nido de pájaros en la garganta que pían cuando mi alma
está herida; entonces toso desde las entrañas para ofrecerte mi esencia. Esa
metáfora te pertenece entera. Incluso mi voz acatarrada. ¿Y tú, con qué me deleitas,
querida? Ofréceme algo simbólico, algo imaginario; lo necesito para saber qué sientes
por mí. Dame tus ojos, tu boca, tu nariz… Obséquiame con tu cara redonda llena
de luna.
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