Tengo
el carácter conformista de mi hijo, un pastor alemán perezoso que se funde con la
cama, el sofá… Entiendo a los animales, son paradójicos como nosotros. En
realidad yo soy una esbelta jirafa, despierta, apta para el ramoneo. Qué gracia
de palabra, ¿verdad? Procuro ramonear en el jardín de casa, pues no me fio de
los que comen carne. Mi marido tampoco es humano. Es un oso. Ha vuelto a
atascar el váter. Dice que come verdurita, pero deberíais ver cómo descarga. Qué
gracia de analogías, también. Un oso cagón, una jirafa risueña y un perro holgazán.
Una familia.
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