Una presencia
fantasmal sorprendió a un señor que estaba destinado a morir en poco tiempo. El
espectro apareció en el zaguán de su mansión, antes de salir a la calle, repitiéndole
una frase inquietante que describía los antecedentes más oscuros de su vida. Le
aconsejó que se quitara importancia desde ya, que fuera más humilde, pues morir
perdido tenía remedio si obraba adecuadamente y empequeñecía alguna vez su ego.
El señor sintió como el frio se calaba en sus huesos, a la vez que un mal
presentimiento: percibir aquella visión el día de su cumpleaños no podía
significar nada bueno.
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