jueves, 19 de mayo de 2016

ALMAS GEMELAS

Para no rumiar el pasto repugnante de mis pensamientos, entro en el bar más concurrido que encuentro con la intención de pasar la tarde. Me siento en una mesa y pido el primer gin tonic. El ambiente resulta ensordecedor. Es ideal. No pienso. Me centro solo en las personas; las que entran, las que están en las mesas, las de la barra… Al observarlas, imagino sus vidas y siento un apego muy especial, como si las conociera. En la mesa del fondo, hay una chica solitaria que me acecha con la mirada, aunque hace como que lee el periódico. También toma cubatas. 

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