Asumo mi decadencia progresivamente. Sin embargo, mi declive se ha visto
interrumpido al registrarme en una de esas aplicaciones sociales que ayudan a conocer
gente y a concertar citas. Sé que mi destino es convivir en soledad. Aun así he
tenido varios encuentros y, sin esperarlo, en todos ha habido cama. ¿Qué
queréis qué os diga? Me he sorprendido a mí mismo. La última chica con la que
quedé ha vuelto a llamarme. Quiere más. Cometí el error de darle mi móvil. El
sexo es peligroso. Así empieza todo. Quedaré con ella, pero después del
encuentro le diré que se acabó, que he cerrado la puerta a la concupiscencia y
al amor. Le diré que estoy en un punto en el que únicamente me interesa hablar,
mantener conversaciones sobre temas importantes. Conocer algo sincero y triste
a la vez. Algo potente. Espiritual. Algo que me arañe el alma. Incluso estaría
dispuesto a escuchar sus miserias, a compartir la fragilidad de nuestras vidas,
a darnos solo compañía y, como requisito indispensable, la cuidaría en todas
las atenciones básicas cuando sea anciana. Eso es lo que me gustaría. Le diré
que soy distinto, un poco único y adicto a la decadencia. A ver qué tal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario