Me parece que tengo una bala en el brazo. Me duele cuando lo muevo.
Otra la tengo en el pie derecho. Ayer me disparé sin querer. Por suerte, solo
cojeo. No me duele. Un día me levanto y soy un chico normal. Al siguiente ya
no. ¿Qué me pasa? Un día quiero hablar con mis padres, y otro me digo:
¡cállate, no la líes! Cuando esa sombra nos encuentra ya no hay expectativas.
No podré separarme de ella. Caminaré junto a ella. Lo presiento. Hoy tengo el
pie oscuro. Me duele como el brazo. Ojalá la muerte sea saberlo todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario