domingo, 15 de julio de 2018

CAJONES


Nuestra cabeza está llena de cajones que se abren y se cierran constantemente. Es sorprendente todos los que hay en continua actividad y conectan entre sí. En ellos está todo archivado y clasificado. Nuestra esencia radica en lo que se guarda en su interior. Sin embargo, existe un cajón que no tiene forma de cajón y que no debería abrirse nunca. Es un compartimento extraño, y no depende de nosotros que se abra. Nadie es consciente de tenerlo.
Si alguna vez te quedas con la vista perdida mirando hacia un punto cualquiera, medio ido, o percibes que te cuesta hablar seguido porque las ideas toman rumbos extraños, o tartamudeas mucho con las palabras que se quedan atrapadas en la punta de la lengua, debes saber que ese cajón va tomado consciencia y llenándose de suciedad, deformaciones y anomalías. Esos retales inservibles de la memoria que todos producimos se alojan ahí, en ese cajón indefinido, y, aunque nada de lo que va acumulándose merezca la pena, todo se mezcla en él como en un cajón de sastre. No te alarmes. Es lo que toca. Si ese extraño contenedor del cerebro crece y se desborda es síntoma de que has llevado una vida llena de excesos perniciosos o que, por el contrario, has vivido con salud mucho tiempo y tu hora está a la vuelta de la esquina.  

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