La realidad, si pudiera tomar una apariencia humana o cualquier otra forma
capaz de mostrar sentimientos, debería venerar al hombre, a los artistas.
Muchas veces la mejoran. La realidad no acaba de ser perfecta. Desde siempre ha
sido interpretada sobre un papel o un lienzo con la intención de que alcance
una dimensión más amplia, más ingeniosa, sin límites, más bella, en blanco y
negro, desbordante de color, abstracta, misteriosa… El hombre no sería nadie
sin ella. Sin embargo, la realidad, que es autosuficiente y grandiosa en sí
misma, debería dar las gracias al hombre por imaginarla de otra manera.
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