Hace unos días, antes de acostarme, dije: soy Mariano Rajoy. Y me acosté.
Dormí profundamente y cuando me desperté por la mañana tuve la sensación de no
haber soñado. Repetí su nombre varías noches seguidas por sí lo conseguía. Pero
nada. En cambio, ayer dije: soy Agatha Ruíz de la Prada, y la cosa cambió. Dormí
como entusiasmado. Luz, fantasía y colores chillones. Me levanté empapado en
sudor, exaltado, pero con la sensación de haber soñado. Fue excesivo. Podría
elegir otros nombres de la galería de los famosos, pero para descansar prefiero
volver al paisaje plano y gris de Mariano.
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