La Gioconda habrá visto de todo. Seguro. Personas lo que más. De todas
las nacionalidades y edades. Vestidas de mil maneras. Incluso, si me apuras,
sin ropa, totalmente desnudas. Puede que sea una locura, pero puestos a elucubrar
sobre lo que habrá visto la Mona Lisa cabe cualquier extravagancia. Cada año es
visitada por millones de personas de todo el mundo. A mí su enigmática sonrisa
me lleva a la visualización de una escena chocante, sucia e indecente: a un individuo
de unos cuarenta años, vestido únicamente con una gorra, con el miembro firme y
dándose placer frente a ella.
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