El
hombre que siempre dudaba por todo ya no lo hace. Por fin cree absolutamente en
él. Una voz interior le dicta la verdad. No parece propiamente la suya. Es otra
superior, redonda, resonante y simétrica a su conciencia. ¿Es Dios que le
habla? Últimamente le pasa algo muy extraño. Siente la necesidad de ir a la
iglesia los domingos. Reconoce haber logrado cosas importantes en su vida y en
la de los demás. Se considera admirado por sus cualidades, por su bondad
infinita. «Yo soy Jesús», se autoafirma. No le cabe la menor duda. Aunque nunca
ha sido crucificado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario