Resulta difícil distinguir cuando
alguien que siempre está de broma habla en serio. Quique era así; desmesurado
en sus gracias y capaz de hacer un chiste de todo. Sin embargo, lo que nos
contó aquella tarde resultó ser sincero; no contenía filtros humorísticos ni ironías
ni poses teatrales. Pudimos dar fe del fatídico incidente de su historia al
cabo de unos días. Nos contó que su padre, recientemente ascendido a guardia de
seguridad, llegó a casa muy borracho y obligó a su madre a que le clavara un
puñal para comprobar si su chaleco antibalas servía también contra los
cuchillos.
Ja!!! Pero qué bueno, eres!!! Me encanta cómo "sorpreseas".
ResponderEliminarUn abrazo.