A nuestro hijo primogénito le llamamos
Panasonic en honor a la anticuada televisión culona que aún conservamos en la salita.
Al segundo Taurus, igual que la cafetera de goteo que sigue haciéndonos el café
matutino. A las gemelas, tras dar muchas vueltas, les pusimos Zanussi y Balay,
como a las dos lavadoras que todavía aguantan en la galería a pesar de las
incrustaciones de cal. Y al pequeño, que justo hoy cumple cincuenta años, decidimos
ponerle Fagor por el viejo calentador de gas. Es un lujo tenerlos a todos en
casa y que vayan tirando, pero se les nota cascados.
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