De lejos, todos los seres humanos son iguales. Es al aproximarme a
ellos cuando puedo captar sus diferencias; incluso en estos dos especímenes idénticos
sentados frente a mí en el metro. Los llaman gemelos. En realidad, aquello que
los diferencia de verdad es invisible, está en su cerebro y en una dimensión
compleja que los humanos denominan alma. Aparentemente, estos dos tipos están tristes, pensativos.
Por su indumentaria, deduzco que vienen o van a jugar al tenis. El que lleva
camisa y jersey de pico negro es frío, apático, y está preocupado por sus
dientes. Se acostumbró a estar sin ellos, pero desde que le hicieron la
intervención para implantárselos se siente muy incómodo; nota su boca atiborrada
de dientes. El otro, vestido con chaqueta de chándal, es más emocional, siente
que no pertenece a este mundo. Odia los globos que explotan en las fiestas infantiles
cuando no lo espera. Es capaz de matar. Dos tipos iguales pero muy diferentes. Nada
ejemplares. Me dan lástima. Por lo que les queda de vida todo debería importarles
un bledo.
viernes, 28 de diciembre de 2018
viernes, 21 de diciembre de 2018
PERDERSE EN EL TRAYECTO
La mujer que cogía todos los días el bus para ir al trabajo sabía que
lo más sensato para que todo avanzara con normalidad era amar a su marido y
disfrutar de la vida familiar con sus hijos. Dedicar su tiempo a eso era lo más
sano; pero el tiempo que transcurre desde que nacemos hasta que morimos no está
hecho para ser cómodo, y a ella le resultaba imposible practicar la
indiferencia cuando algo le bullía por dentro cada vez que levantaba la vista hacia
el retrovisor interior y comprobaba como su mirada se cruzaba con la del chófer.
jueves, 20 de diciembre de 2018
EL REY DE LAS AZOTEAS
Estoy enamorado de las azoteas de los edificios porque se enlazan entre
sí y forman un suelo en las alturas, un entramado caprichoso de caminos encubiertos.
Deambulo por esos límites para sentirme en otro lugar; cambio de aires y respiro
una atmósfera limpia que no está viciada por el tufo de las calles. El paisaje
de los tejados se llena de ropa tendida –me encanta hundir la nariz en las
sábanas cuando están recién lavadas–, de calentadores solares, de pararrayos,
de antenas y parabólicas, de cisternas, de columnas, de chimeneas humeantes, de
balaustradas, de conductos de todo tipo… Es un lugar casi futurista, y, en mis
largos paseos, cuando me desoriento o me pierdo me asomo a la calle y enseguida
determino dónde estoy –«Ah, mira, estoy entre la calle tal y tal»–. He
descubierto un trayecto que me lleva directo al trabajo: salto algunos muros,
desciendo por una escalerilla metálica verde, paso por una viga de hierro que
hace de puente entre dos bloques y me sitúa en un techo inclinado de tejas
rojas donde hay una claraboya. Accedo por ella y «voilà», ya estoy.
Dominar las azoteas es conocer las intimidades de tus vecinos. Sus vidas
se suceden en cada planta, en cada vivienda, en cada habitación, y yo, a través
de los patios interiores, encuentro la felicidad con sus historias, que arrojan
voces, privacidad e impensables secretos.
martes, 18 de diciembre de 2018
EL CONCURSO
Me encanta la idea de que antes se pagara a una señora para que llorara
en los entierros. En San Juan del Río, en el estado de Querétaro en México, se
celebra un moderno concurso de plañideras dentro del festival Anual del Día de
los Muertos. Estoy tentada en presentarme. En casa, siempre que me siento sola,
exagero mi tristeza y teatralizo lamentos, suspiros y gemidos varios. Me
dispongo ante el espejo y, a través de movimientos compulsivos, produzco inspiraciones
bruscas y entrecortadas que son idénticas al llanto. Luego, esos sollozos, si
están bien ejecutados, los intercalo en un discurso lleno de frases
conmovedoras. Únicamente me falta producir lágrimas. Para ello, es básico mantenerse bien hidratada y que el organismo
contenga el agua suficiente. Acostumbro a practicar con las películas en las
que la actriz o el actor lloran. También recurro a pensar en cosas tristes: me
imagino indefensa ante vejaciones; visualizo perros y gatos aplastados en la
carretera; recuerdo impactantes imágenes emitidas en televisión de niños azotados
por la miseria; pienso en las penurias que deben pasar los pobres inmigrantes
que viajan en patera; revivo la angustia de mi padre durante su dura
enfermedad, cómo se iba apagando y se convertía en cadáver… Nada de eso me
funciona. No me ablando; y no consigo que mis ojos luzcan llorosos. Necesito
ese plus para que mis dramas sean redondos. Quiero dar lo mejor de mí; así que si
no es este año me presentaré el otro.
domingo, 16 de diciembre de 2018
DESEOS QUE DESCALABRAN

viernes, 14 de diciembre de 2018
HACERSE UN PENSAMIENTO
Charo, querida, desde que llevo dentadura postiza me da por contar las
veces que mastico cada alimento. ¿Puedes creerte que cada bocado que doy lo
mastico treinta veces como mínimo? Estoy obsesionada. Además, cada cosa tiene
su masticar. No es lo mismo masticar un melocotón que un muslo de pollo o una
pizza. Mis mandíbulas adoptan una posición determinada según el tipo de comida;
y su movilidad es inestable, hacen un juego extraño y parece que vayan a
desencajarse. Lo peor es comer gominolas; ya sabes lo que me gustan… Sangro y
todo. ¿Puedes creerte que un simple osito de fresa he de masticarlo cincuenta y
ocho veces? Imagínate lo que supone comerme un entrecot poco hecho o al punto. Tengo
una ansiedad que no me la acabo. Ay, Charo… Ayer, tras beberme dos botellas de
sidra el Gaitero, cogí mi Vespa, e iba tan borracha que al parar en un semáforo
en rojo no sabía si podría aguantar la moto entre mis piernas. ¿Te das cuenta
lo que supone pasar las sesenta y cinco primaveras? ¿Te haces un pensamiento?
jueves, 13 de diciembre de 2018
OLOR A HUMANIDAD
Soy capaz de oler las humanidades contenidas en este vagón carente de
aire acondicionado. Gracias a Dios, el joven sentado a mi lado huele bien, a jabón
de lavanda. Mientras viajo, desde mi ubicación–coche: 7, plaza: 18
A–, puedo advertir cada uno de los efluvios aromáticos que se liberan. Huelo a manos
sudadas; el tufo de algunos sobacos; la
emanación mentolada del Vicks Vaporub que alguien se ha aplicado; el humo
impregnado en algunas prendas; olisqueo las puntuales ventosidades; las pérdidas
de orina y el flujo vaginal; también el semen; la fragancia de una chocolatina;
el aroma a café que alguien se toma; huelo la miga de pan de algún bocata; la
fragancia de un plátano maduro; un tupperware con comida, creo que es paella; huelo
las cremas hidratantes; los perfumes florales y las lociones para después del
afeitado; el olor a pies; los alientos punzantes de las conversaciones… El
revisor entra en el compartimento, y justo al abrir la puerta, dispuesto con el
aparatito de marcar los billetes, llega a mi sensible olfato un potente hedor a fiambre. Curiosamente,
también huele a sangre y a pólvora.
miércoles, 12 de diciembre de 2018
UNA MUJER CASI VIUDA
Malena era una mujer casi viuda, por eso anunciaba con cierto cinismo su
estado civil a los hombres del pueblo, por si era de su interés. Podría decirse
que esta singular mujer no era un ser espiritual. No se percibía ni rastro de su
fe ni de sus creencias, y en su inteligencia no se mezclaba la compasión ni la
ternura. No era cercana, imponía respeto, y todos la veían como una mujer fría
y calculadora. La gente del pueblo veía en ella a un ser cruel, vengativo, paradigmático,
con dobleces, de una naturaleza que no irradiaba buenas vibraciones. Sin
embargo, esos atributos inherentes a su condición no eran del todo culpa suya. Se
protegía tras esa apariencia dura y repulsiva porque no sabía cómo gestionar el
estado moribundo de su marido. Nadie lo sospechaba, pero la insólita insinuación
a los varones no era más que un miedo atroz a la soledad.
viernes, 7 de diciembre de 2018
EL CONTENEDOR G
Somos funerables. Todo lo es. Así lo creía el señor que sacaba tiempo
de donde fuera para celebrar ceremonias fúnebres. Le apasionaban. Era tétrico y
misterioso, aunque muy creativo, y prefería los entierros a la incineración. En
su granja dedicaba parte de su tiempo a oficiar sepulturas. Contrataba a
plañideras para los velatorios, ornamentaba las veladas con coronas de flores y,
con su oratoria, ensalzaba el recuerdo de aquellas almas. Lo tenía todo muy
bien organizado. Bajo tierra enterraba las frutas y las verduras que se le
podrían en el frutero, además de todo tipo de alimentos caducados de la nevera
y la despensa; los juguetes rotos o antiguos que ya habían hecho su función los
almacenaba en pequeños nichos; también lo hacía con los electrodomésticos y los
muebles, aunque los sepulcros de estos eran algo más grandes. Todos los objetos
que expiraban, en realidad, los almacenaba en hornacinas que él mismo había
construido en su casa de campo. En esas cavidades sagradas colocaba pequeñas
ofrendas para recordarlos durante toda su vida. Algunos cadáveres, debido al hedor y a su volumetría, los tenía ubicados
fuera, en el establo, en contenedores clasificados por orden alfabético. La
parcela donde vivía era un lugar cercado por altos muros, hermético, sombrío, plagado
de pequeñas cruces clavadas en la tierra; una especie de camposanto, un terreno
sagrado destinado al descanso eterno de todo aquello que tuviera presencia. Hace
unas semanas, el amante de todo lo necrológico realizó sepultura al único gallo
de su corral. Su cacareo era inoportuno, molesto, pues cantaba durante la
madrugada y paraba al alba; tenía los biorritmos alterados. No podía descansar,
así que tuvo que sacrificarlo
Las exequias del animal se celebraron unos días después de su muerte en
el contenedor G. Descanse en paz.
martes, 4 de diciembre de 2018
LA VISITA
Hoy ha venido a verme una mujer que no conozco. Se ha detenido ante mi
pequeño altar tallado en mármol y ha dejado una rosa de plástico. Se ha
santiguado y ha regurgitado una flema con todas sus fuerzas para escupirla en
mi fotografía. Luego, con un brillo extraño en sus ojos, ha recordado en voz
alta algo horrible que hice. Me ha sorprendido; pensaba que no lo sabía nadie. Al
parecer, aún no se me ha perdonado por mis pecados.
Cuando nos llega el final y
descubrimos las claves del mundo, el misterio que nos plantea la muerte mientras
vivimos queda resuelto al momento. Lo que hay tras ella –ahora puedo decirlo–
es más existencia, mucha más que muerte. Os lo aseguro. Y, en realidad, desde donde
me hallo, resulta más enigmático y desconcertante responder a quién es esa mujer
que ha venido a verme que qué hay cuando morimos.
lunes, 3 de diciembre de 2018
FECHORÍAS DE UNA BIBLIOTECARIA
Una mujer harapienta y descuidada viene habitualmente a la biblioteca.
Cuando entra, con su caminar tambaleante e impreciso, deja los libros que ha
leído sobre el mostrador y, en apenas unos minutos, selecciona algunos más. Suelen
ser libros de historia. Los devora. La bibliotecaria, que siempre resopla cada
vez que viene, registra las nuevas adquisiciones y hace evidentes esfuerzos por
mostrar normalidad y tolerarla. Desde mi sitio percibo todo eso. Pienso que la
mujer andrajosa lee mucho y debe ser bastante culta, y que su vida la ha
llevado por extraños derroteros; es evidente que sufre algún tipo de desorden.
Sin embargo, también lo pienso de la bibliotecaria cuando, impulsivamente, tras marcharse la pobre indigente, rocía de colonia la biblioteca, dejándonos claro a todos que la mujer apesta.
viernes, 30 de noviembre de 2018
POR NO PAGAR
Estoy en casa, tranquilo, haciendo un ovillo con mis intestinos.
Concretamente con el más largo y fino, el delgado. Me daría para hacer una
bufanda o un gorro, o un lazo corredizo. Llevo sacados cuatro metros y sigo desplegando
las dobleces membranosas alojadas en mi cavidad abdominal. Una brecha en el
ombligo permite que vaya estirando las vísceras sin notar el dolor; apenas unas
cosquillitas. Es curioso todo lo que tenemos metido en nuestro interior. Hace
unas semanas, llegué a un pacto con la muerte, sí, de otra forma no podría
hacer lo que estoy haciendo, y quedamos en que seguiría viviendo si yo le
entregaba mi esencia, mi corazón. Me tiré de un taxi en marcha por no pagar.
miércoles, 28 de noviembre de 2018
FINALES ÉPICOS
Es deprimente que los humanos tengamos un final tan marcado desde que
nacemos. La inmortalidad debería ser una alternativa para las almas que lo
merezcan. Pero eso es una aspiración que no se contempla en nuestra naturaleza,
es utópica, imposible, y muchos, atormentados por las adversidades de la vida y
conocedores de que tarde o temprano van a morir, prefieren sentir que controlan
algo adelantándose a este desenlace. Es una pena, pero es así, Los que no
soportan esas desgarradoras dentelladas en su alma se suicidan sin más, sin
valorar nada y sin decirlo a nadie. Luego hay otros que, a pesar de su tormento
y poseer sus razones para dejar de respirar, lo anuncian a los cuatro vientos y
buscan un final más épico y vistoso. Es en ellos donde los profesionales que
tienen acceso a los medios de comunicación deberían ir tras la heroica revelación.
Sería idóneo narrar y dar a conocer la originalidad y la emoción del
acontecimiento, y retransmitir esa acción como quien retransmite un partido de
fútbol, dando el énfasis que se precise para que la fascinación del resultado
nunca caiga en el olvido.
lunes, 26 de noviembre de 2018
ALZHEIMER
La señora que empezaba los libros por la mitad creía que así se
adelantaba al tiempo. Prefería imaginar los inicios y ser libre en sus
interpretaciones. Con las películas hacía lo mismo; las empezaba desde la parte
central y rellenaba el origen con su fantasía. Tenía esa costumbre. Curiosamente,
desde hacía un tiempo, su zona de confort se atascaba en los ángulos muertos de
su mente. Ni leía ni veía películas. Perdía la memoria progresivamente, pero se
la veía feliz. Se sentaba junto a la ventana, sumida en cientos de páginas en
blanco e imaginaba la narración de su vida.
jueves, 22 de noviembre de 2018
EL LOGOPEDA
Un pequeño error en la pronunciación y ya tiene las pistas suficientes
para deducir cosas sobre mí. Es cierto que pronuncio algunas palabras con
dificultad, sobre todo las que contienen la –rr. A través de esa dificultad fonética
es capaz de construir una teoría efectiva que le permite profundizar en
aspectos personales que no debería conocer. ¿Cómo demonios ha deducido que los
partidos de fútbol del domingo son, en realidad, para verme con otra mujer? Ha
dado en el clavo al deducir mis vicios, que soy celíaco y que tengo alergia a
los ácaros. ¿Cómo ha supuesto todo eso? ¿Tanta información obtiene de mis
problemas a la hora de pronunciar la palabra extraterrestre? Ha interpretado que fumo tres cajetillas de tabaco
al día y que mi nivel de colesterol está por las nubes. Es cierto. Y que si no
dejo el alcohol ya voy a padecer una enfermedad hepática crónica. No es médico,
pero me asegura que si corrijo mi dicción al hablar todo volverá a su cauce.
viernes, 16 de noviembre de 2018
ENSEÑANZAS DEL SUEÑO
Por la noche, cuando me duermo escuchando la radio, hay un momento de
sumisión del que apenas soy consciente, pero sí lo suficiente como para advertir
que mi cerebro se desvanece y se apaga. Es como si un dedo divino pulsara un
interruptor situado en mi sien y decidiera apagarme y activarme a placer. Es una
sensación extraña. Al final, me abandono al sueño escuchando a gente que habla.
Cuando amanece me pasa lo mismo pero a la inversa, me despierto con la voz de otros
tertulianos que dialogan. Nunca apago la radio. Tengo la convicción de que
durante el sueño mi subconsciente trabaja y almacena información y enseñanzas.
Hoy, por ejemplo, recuerdo perfectamente todo lo acontecido. Ha sido intenso y
repetitivo. He soñado tantas veces que me salía de la carretera con el coche y
acababa tirado en la cuneta que si alguna vez sucediera ya estaría preparado.
miércoles, 14 de noviembre de 2018
PERFUMARSE CON PETRICOR
Enseguida noto la mala calidad de la lluvia. Las nubes que la contienen
están gastadas y revenidas; llevan demasiados días moviéndose lentamente por
cielos viciados. El aire que se respira huele a estanque, a sapo muerto. Las
primeras gotas de lluvia, al caer sobre caminos polvorientos, son la esencia caducada
que corre por las arterias algodonosas de estas grandes masas de vapor de agua.
Sin embargo, un amigo perfumista asegura lo contrario; dice que su aroma es embriagador,
cálido y terrenal, muy agradable para incluirlo en cualquier perfume, y que el
ozono interviene en esta fragancia propia de los dioses.
martes, 13 de noviembre de 2018
UNA TIERRA DESCONOCIDA
Soy muy sacerdote. Mucho. Creedme. He bautizado muchísimo; a más de mil
bebés, y he casado a centenares de parejas. Empecé desde cero en esta tierra
desconocida, y, gracias a la generosidad de la gente y a la ayuda de Dios, he
podido construir un pequeño templo en el que puedo dar mis liturgias. En los
entierros, debido a que los habitantes de este lugar nunca han demostrado su
pena, pagué a una profesional para que llorara a los muertos y contagiara a los
más allegados; una plañidera. Venía cubierta con un velo negro y presidía las
lamentaciones; expresaba la desolación con energía y otorgaba el tono de
tristeza que convenía. Pero, al parecer, no era convincente, pues no consiguió
que nadie derramara ni una lágrima. Desde que estoy en este pueblo, nadie ha
sentido la pérdida de un ser querido, por eso voy a celebrar el I Certamen de Plañideras,
dentro del Festival Anual del Día de Todos los Santos. A ver si lo consigo. Porque si
algo soy es muy sacerdote.
jueves, 8 de noviembre de 2018
DAR LIMOSNA
Gracias a la pobreza y la indigencia, la caridad ensalzó los sentimientos
más nobles de George, un empleado de banca al que la vida trataba bien. Hacer
buenas acciones estaba a la vuelta de la esquina, o en la misma esquina en
forma de mendigo. Un día, el banquero lanzó unas monedas en el cesto de un pobre
indigente, y lo que había de mezquino en George pasaría a la excelencia en apenas
un momento. La conciencia y los pecados se lavarán en el acto, pensó; aunque
aquella fría mañana de febrero, desayunando con su esposa, hubiera hecho algo
atroz.
viernes, 2 de noviembre de 2018
UN TURISMO CEGADOR
Un albañil de la brigada manipuló con tanta torpeza los sacos de
purpurina que, por no manejarlos con la delicadeza requerida, uno de ellos se le
reventó en las manos. Quedó cubierto por las miles de partículas, y su figura
desaliñada cambió a una apariencia elegante, radiante, fulgente. Al obrero solo
se le pedía pastar el finísimo polvo plateado con agua y conglomerante transparente
en la hormigonera; aplicar esa argamasa en los ladrillos vidriados y levantar
las paredes que constituirían los habitáculos destinados a los seres de luz que
año tras año dejaban parte de su fortuna en el pueblo.
martes, 30 de octubre de 2018
EL FALSO SUICIDA
Un billete de cincuenta euros ha llegado volando y se mantiene sujeto contra
el cristal de mi ventana. Vivo en un sexto piso. A pie de calle vuelan
sombreros, hojas secas, bolsas de plástico y desperdicios de poco peso. Qué
suerte que haya venido a mí. Necesito el dinero. Sin embargo para cogerlo existe
algo de riesgo; he de apoyar un pie en la cornisa y estirarme bastante, y con
este viento que arrecia… Si me lo encontrara en la calle me sentiría sucio por
quedármelo. Así que de esta manera, aunque mi vida corra peligro, me siento más
digno.
viernes, 26 de octubre de 2018
METERSE EN UN JARDÍN
El jardín quería contarme algo, así que me tumbé en él y oprimí
levemente la oreja sobre el césped. Así estuve toda la mañana, echado
cómodamente y escuchando su discurso a través de la hierba. Mi jardín era un gran
conversador. Las veces que soy yo el que quiere contarle algo a él, quito el tubo de
plástico de mis gafas de buceo y lo clavo en su tierra para hablarle por la
embocadura. La mayoría de jardines padecen sordera.
Esta vez el jardín me habló
del tiempo; de todas sus acepciones. Había muchísimas. El estado atmosférico
era el sentido de la palabra que más le interesaba, pues hacía semanas que las
nubes no ensuciaban el cielo. «En esta época del año el tiempo debería ser más lluvioso»,
dijo con voz arenosa y profunda. Luego se centró en los significados que hacían
referencia al paso del tiempo como período o duración, e hizo una declaración
que me chocó: «…no son los relojes los que miden el tiempo». Como un viejo al
que le encanta contar batallitas siguió hablando y encadenó varias locuciones
sobre el tiempo. Había tantas como abuelos y las pronunció como una
ametralladora: «En tiempo de Maricastaña…; en mis buenos tiempos…; me tomo el
tiempo como viene…; no quiero perder el tiempo…; obedezco al tiempo…; he de
ganar tiempo…; me falta tiempo…; de un tiempo a esta parte…; bebo agua del
tiempo…; de tiempo en tiempo…; capeo el tiempo…; antes de tiempo…; al mismo
tiempo…; me agarro al tiempo…» Y así. Cuando acabó, se tomó un respiro y grito:
«¡¡Correeeeeed, no queda tiempo!!».
El jardín proyectó un profundo
ronquido desde los sustratos más insondables y se quedó dormido. Entonces oí un
rotundo tic-tac que hizo temblar violentamente la tierra.
ARQUETIPOS
En la playa contemplo una espalda tatuada con un dragón alado que
escupe fuego. Es suficiente para presuponer cosas del tipo de espécimen que
tengo delante. Qué creatividad tan típica y qué poco me sugiere. Estoy segura de
que, en alguna otra zona de su fornido cuerpo, también llevará grabado el
nombre de una mujer: el de su madre o el de su pareja, o el de las dos, sus dos
grandes amores. Que no se gire por favor, no quiero verle la cara. La intuyo simétrica,
angulosa, con las facciones propias de un guaperas. Seguro que es atractivo, varonil,
perfecto. Otra ordinariez. Muchas se volverían locas con un tipo así, pero yo, con
las suposiciones que hago sobre su identidad y sin haber cruzado ni una palabra
con él, ya lo tengo colocado en la zona más baja de mis preferencias. La verdad
es que no debería ser tan superficial, pero, a simple vista, intuyo que no es
el tipo de hombre con el que me gustaría conversar o disfrutar de su compañía. Me
sentiría ridícula junto a él, y pasaría vergüenza. El tatuaje tiene la culpa de
todo. Se crean arquetipos, y, en este caso, de manera automática, mi conciencia
me advierte de que este sujeto tiene todas las papeletas para ser carne de
correccional, marino o militar. Aunque igual me equivoco y es una bellísima
persona.
jueves, 25 de octubre de 2018
CURIOSIDADES
Si un perro tiene ojos de persona no sirve como perro. Pasa exactamente
lo mismo con los hombres y las mujeres que tienen ojos de perro; no serían
válidos como personas.
Es una curiosa circunstancia que pasa inadvertida, pero si nos fijamos
bien, a pesar de que ambos poseen una superficie ocular muy parecida, podemos
advertir características anatómicas específicas. El ojo canino, si os fijáis,
solo tiene pestañas en el parpado superior, mientras que el ojo humano en los
dos parpados. Además, la apertura palpebral de los perros es mucho más amplia. La
esclerótica, o el blanco del ojo, es poco visible en estos mamíferos de cuatro
patas, sin embargo su córnea es mucho más grande y gruesa. La frecuencia del
parpadeo de los humanos es de doce a quince veces por minuto, mientras que la
de los cánidos es de siete a ocho. Nunca tengáis en cuenta la expresión de la
mirada, no sirve y puede llevar a equívocos. Por eso, a través de estas sencillas
referencias podéis descifrar si quien os habla es un perro o quien ladra una
persona.
lunes, 22 de octubre de 2018
CAMBIO DE AIRES
Alguien que ya no era el mismo caminaba por una transitada calle que
tampoco lo era. Las personas que se le cruzaban iban cabizbajas, sumidas en la
vaguedad de su conciencia, y tampoco tenían nada que ver con la gente distraída
y risueña de antaño. Todo lo que conformaba el mobiliario urbano era una sombra
de lo que fue, el diseño actual que vestía a la ciudad era una infructuosa alternativa
comparada con la de antes. Incluso el aire estaba viciado. Ya no contenía el
78% de nitrógeno ni el 21% de oxígeno ni el 1% de otros elementos.
jueves, 18 de octubre de 2018
EL GRAN DON
Nací ausente, y ese estado de profundo ensimismamiento se prolongó hasta
la edad de cinco años. «Ya se arreglará», pensaron mis padres. Y me arreglé.
Ahora puedo decir que soy una persona casi normal. Poseo dentro de mí una
especie de antena sensorial capaz de oír las frecuencias que emiten los seres
vivos. Detecto las ondulaciones del pensamiento y puedo interpretar con certeza
todo lo que ronda por sus cerebros.
Esta circunstancia no ha
impedido que haga una vida normal; más bien es una ventaja que tengo sobre los
demás. Para mí no hay misterios en el razonamiento humano; detecto los
pensamientos de las personas que están a mí alrededor.
Alguna vez que he perdido este don –así me
gusta llamarlo– lo he recuperado metiendo un bastoncillo en los oídos, hasta el
tímpano, moviéndolo con fuerza e insistencia. De esta manera vuelvo a restaurar
esta habilidad que poseo.
Puedo apreciar lo que
piensa una mosca. Me encanta meterme en los diminutos
cerebros de estas acróbatas del aire y percibir cómo son capaces de procesar
rapidísimamente miles de estímulos que no sabría clasificar. Mis preferidas son
las moscas de la fruta; estas son sorprendentemente sofisticadas, y, aunque
solo he conseguido percibir una variedad de oscuridades, en ellas he experimentado una
actividad frenética, un silencio efervescente que palpita y las convierte en pura
energía. Su mente proyecta chispazos de placer, algo parecido a la adrenalina que
nos hace felices. En estos fascinantes insectos, nunca he descifrado un raciocinio
interpretable, pero si un prodigio neuronal que me pellizca las sienes y me
masajea el interior de la mente. Como os comento, mis favoritas son las moscas
que van a la fruta madura o fermentada; también a las verduras u
otros productos podridos que no están en la nevera. Deberíamos valorarlas más y
avergonzarnos cada vez que matamos a una.
martes, 16 de octubre de 2018
LOS NERVIOS
Los nervios que uno pueda tener para sacarse el carnet de conducir no
son los mismos nervios que se tienen a la hora de empotrar un
coche contra un banco. En principio, los primeros se presentan más sanos,
incluso son buenos y necesarios para permanecer alerta y con los cinco sentidos
en la carretera. Los segundos, en cambio, están motivados por un impulso desesperado,
y son de una naturaleza salvaje e impulsiva, sin un verdadero control sobre
ellos, porque el ánimo sufre una alteración tan brutal debido a la ira y la
impotencia que, irremediablemente, llevan a una conducta delictiva.
lunes, 1 de octubre de 2018
UNA TARDE CUALQUIERA
La anciana tenía flan en la comisura de los labios, o pudding, o había
mojado galletas en leche y eran restos blandos, o tenía la típica mugre de
vieja que se forma al hablar sola. También podía ser por el roce de su dentadura
postiza, y le había producido tanta saliva que la tenía concentrada en las
grietas profundas de sus labios. El aire viciado de la habitación tumbaría a
cualquiera, sin embargo el perro que estaba a su lado la olisqueaba y le lamía esa
roña reseca, colocando su cabeza entre sus manos arrugadas para ver si lo acariciaba.
domingo, 23 de septiembre de 2018
DOS TALENTOS
Un simple «qué tal» sirvió para que un señor que no conocía de nada volcara
sobre mí un discurso apabullante. En las barras de los bares suele haber gente
con esa facilidad de palabra. Me contó toda su vida. Me habló de su trabajo, su
familia, sus aficiones, de algunas intimidades con su señora y, sin venir a
cuento, tuvo la desfachatez de menospreciar al camarero porque sí. Toleré su conversación
asintiendo de buen grado a todo lo que me decía. Por un momento, estuve a nada
de decirle que por favor se callara. Pero aguanté. No quería parecer
maleducado.
viernes, 21 de septiembre de 2018
ACROBACIAS
Lo que hago aquí contigo no es lo que haré mañana en otras
circunstancias. Es así. La que soy junto a ti no es la que suelo ser con los
demás. A ti te muestro mi afecto con admiración y respeto. A los demás les oprimo
algunas partes de su cuerpo con movimientos insistentes de mi boca y de mis
manos, incluso de mi cuerpo. Contigo soy auténtica, más decente. Vales mucho, muchísimo,
y prefiero mil veces lo que tú me aportas. Con los demás solo practico mis
acrobacias, enjaulada en hoteles y pensiones. Nada por lo que debas
preocuparte.
lunes, 17 de septiembre de 2018
TEMBLORES
El baúl de los juguetes está cada vez más vacío. Se han ido la Barbie, su
marido Ken y las Barriguitas. No soportaban los temblores. También lo han hecho
algunos muñecos de Star Wars y los soldados G.I. Joe. Otros juguetes se han
quedado en la casa gracias a un decidido Click de Playmobil que ha pilotado una
avioneta de Lego y ha descubierto cómo el pobre edificio sufre unos terribles ictus.
Ha quedado desfigurado, torcido, prácticamente irreconocible. Solo cabe la
esperanza de que los movimientos convulsos de la ciudad vuelvan a zarandearlo
para que todo torne a su sitio.
jueves, 13 de septiembre de 2018
EL PUEBLECITO
Vagar sin rumbo y sin prisa es una nueva circunstancia para la mujer
que ya ha gastado su tiempo. Lo hace los días cubiertos de nubarrones para no asfixiarse
del aire viciado, pues siente que el cielo está más cerca cuando llueve. Ha conseguido
llegar a un lugar recóndito que huele a humanidad. Es un pequeño pueblo olvidado
que necesita a mujeres como ella; que anhelen lo eterno, sin planes ni expectativas,
y que sean capaces de contemplar su decadencia como una cautivadora puesta de
sol. Si finalmente se quedara, solo debería esforzarse en aprender a silbar
como los pájaros.
martes, 4 de septiembre de 2018
MICROBIOS
El científico estaba en su laboratorio. Pensaba que para acceder al
mundo de los microbios debía profundizar en su sexualidad. Si quería descubrir
algo que valiera la pena era preciso realizar un estudio exhaustivo de sus
mutaciones, identificar las bacterias, cultivarlas, y entender que ellas,
incluso él mismo, estaban al servicio de la biología. La investigación podía
llevarle toda la vida, de hecho ya llevaba media con un ojo tonto de tanto observar
por el microscopio. Su vocación, la gran elección de su vida, ya no le parecía
tan apasionante. A veces se arrepentía. «Vaya mierda de trabajo», se decía. ¿Qué
era un virus? ¿Y un cáncer? Lo sabía todo, pero resistirse a las infecciones
era prácticamente imposible. Los microbios estaban en todas partes y no había un
verdadero dominio sobre los microorganismos. Pero allí estaba, investigando.
Esa mañana se quitó la
bata blanca y, sin ganas de trabajar, se tumbó sobre una placa enorme de arena.
Era del tamaño de una cama y se utilizaba para llevar a cabo experimentos. Se relajó
y se acopló a sí mismo en aquella cómoda superficie. Se quedó dormido, en
trance. Al cabo de media hora, proyectó un susurro desde el estómago. Cualquiera
diría que era un ronquido. Pero nada de eso. Era una voz que reproducía los
sonidos de la naturaleza. Oscilaban graves y agudos, y, sin saber cómo, se transmitía
aquello que no vemos, los elementos invisibles que nos rodean. Lo que estaba
sucediendo no era un experimento; era un señor acostado sobre la arena, dormido,
formando un todo con los millones de partículas. Era un germen, una semilla, uno
de esos microbios capaces de propagar enfermedades, el origen de algo, una
célula, un capricho de la naturaleza que se había originado sin venir a cuento.
Un cuerpo prácticamente invisible o una insólita
desaparición. Nada. Todo.
lunes, 3 de septiembre de 2018
OTRO ORIGEN
Vivir fuera del universo origina una intimidad extraña, una soledad que
nace del interior pero que, curiosamente, no es necesaria llevarla dentro.
Fluye aparte. La sensación es incomparable, pero, sin saber ni cómo ni porqué, se
generan úlceras. Vivir alejado del cosmos es sentir otro aire, otra intensidad.
Es oír un eco que rebota en tus paredes. Es una emoción exótica donde no
intervienen los sentidos. Nunca sientes hambre. No bostezas. Vives contemplando
una negrura que chispea brillos. No hueles. Nada te roza. Flotas. Te pesan los
pies y tienes la mente muy ligera. Todo es profundo, y estás flojo como un
guante, como sin huesos. Relajado. Al principio, vivir fuera de la galaxia es muy
agradable. Quieres quedarte para siempre, y te sientes tan fuera de ti que exclamas:
«¡qué maravilloso es este origen, que extraordinario es estar en estas
tinieblas ajenas a los mundos!». No añoras las civilizaciones ni el futuro, pero
con el tiempo esa felicidad se vuelve tan inaguantable que enloqueces sin darte cuenta.
viernes, 31 de agosto de 2018
EL JUGUETE
El técnico que me arregló el calentador dejó restos; varios cables
serpenteados, hilos de cobre, pequeños tornillos y una especie de carcasa
metálica. No tiré nada. Solo limpié las marcas de suciedad que dejó. Muy pocos
trabajan fino y limpio. Guardé las piezas dentro de una caja y se las di a Diego
para que jugara a ser inventor.
Esta mañana me ha
despertado un rumor de metal. Un sonido agudo, continuado y desagradable; un
chirrido. Provenía de la habitación de Diego. Él ya no estaba. Su padre se lo
ha llevado temprano; todos los sábados tiene partido de fútbol. El ruidito venía
del interior de una caja que estaba sobre su escritorio. Se movía hacia el borde
de la mesa, y, finalmente ha caído al suelo. Era la caja donde dejé las piezas sobrantes
del calentador. Me sorprendí. En su interior había una especie de ratita que se
movía en círculo y rápido, parecía un pequeño armadillo. Al acercarme se hizo
bola y rodó por la habitación. Emitía un zumbido, un ruido punzante, molesto; como
si un grupo de personas hablaran con voz atiplada. Perseguí a aquel cuerpo
esférico por el pasillo, la cocina, el comedor, hasta el lavadero. Se movía
rápido. Allí lo acorralé. Aquel bicho metálico embutido en filamentos tenía la
apariencia de una canica del tamaño de una pelota de ping pon. Su caparazón, de
finísimas escamas, se abrió de repente, y, al acercar mi mano para cogerlo, a
través de unas diminutas alas que le aparecieron de los costados, voló hasta el
interior del termo. Aquel chasis blanco se convirtió en su refugio, en su armadura.
La caldera empezó a susurrar, a emitir ahogadas estridencias que me recordaban
el balar de las ovejas. Me asusté. Di varios golpes a la máquina, incluso
introduje la mano por los huecos inferiores y superiores. Quería sacar de allí aquella pequeña alimaña de acero. El pilotito que mantenía la llama encendida
dejó de hacerlo. Se apagó. Había tenido muchas averías y se obstruía con
facilidad, por lo que siempre estaba avisando al técnico. Los termos de agua están
mal hechos, sobre todo los de gas. Se resfrían, cogen catarros, alergias, todo tipo
de dolencias.
El ruido de tuberías que se proyectaba era parecido
a un griterío desgarrador, a una estridencia humana. Me aproximé a la abertura donde
hacía un momento salía la llamita azul propia de la combustión y, como si de
una mirilla se tratara, arrimé mi ojo izquierdo con cautela. Mi gesto se demudó
por el horror. Vi una horrible boca dentada que expelía un aliento ígneo,
abrasador. Luego grité fuego. Fuego. Y ya no recuerdo nada más. Mi marido dice
que debo acostumbrarme a cerrar la llave del gas, y mi hijo, triste por verme
postrada en la cama, me enseña su nuevo juguete, una pequeña mascota metálica que
puede enrollarse sobre sí misma.
martes, 28 de agosto de 2018
PAISAJES
Una señora desayuna en una cafetería situada frente a la playa. La luz
del sol ilumina su cara y se crea una vista bucólica, tierna. La mujer moja un
croissant en la leche y, temblorosa, se lo lleva a la boca. Luego apoya sus
manos sobre su vientre, una sobre otra, para disimular esa convulsión. Sus
cabellos son de plata, resplandecen con la mañana, y su rostro taciturno se
perfila gastado, curtido de vivencias y recuerdos. Noto cómo hincha sus pulmones.
Suspira tiempo. Sus labios se estremecen. Se aprietan. Intentan esbozar calma, naturalidad.
Un perro inquieto hace que desvíe la mirada. Veo como se acerca a una palmera.
Levanta su patita derecha y mea. Luego mueve la cola y vuelve con su amo. Todo
son paisajes. Contrastes. El horizonte brilla, la playa se llena de sombrillas,
de sombras que respiran, y yo, sentado a pocos metros de estas escenas que ofrece
el verano, me quedo con la fragilidad del ser humano, con la señora, con la profundidad
de su mirada, con esos ojos de gacela que se adentran hacia un lugar en ruinas,
lúgubre, lleno de tinieblas.
domingo, 26 de agosto de 2018
EL PERRO
Un perro lloraba con demasiada frecuencia. Sus lágrimas no mostraban
tanto su tristeza como lo desamparado que se encontraba. Su llanto se oía
tímidamente por los rincones de la casa. Sin embargo, delante de su amo fingía
cierto entusiasmo; disimulaba su desdicha. Movía la cola y le proyectaba su
admiración. Sabía cómo debía comportarse entre los humanos, aunque él era un
perro muy sensible y le resultaba difícil mantener a raya sus emociones. Su
dueño, un tipo incapaz de percibirlas, únicamente hacía lo que creía: lo acariciaba,
e interpretaba que esas lágrimas de apariencia humana solo podían ser de
felicidad.
viernes, 24 de agosto de 2018
LOS VIERNES
Los viernes disfruto de lo absurdo de nuestro mundo. Es mucho menos
doloroso que el mundo real. Ahora amanece. Es absurdo, bonito. Un sol brillante
e incandescente sale cada mañana tras la línea del mar. Yo lo disfruto desde la
terraza de esta cafetería que da a la playa. Los viernes son mis vacaciones. Es
el día que no soy de carne y hueso. Solo soy viernes. Nada. La luz recorta todo
lo que transita; hace que vea siluetas, formas, figuras animadas. Un paisaje
que ilusiona. Más o menos. A las siete de la mañana es descabellado que esta
cafetería esté abierta y que haya gente que corra por el paseo, que sude, y que
otros caminen, y unos pocos vayan en bici, incluso que algunos paseen al perro.
Es absurdo, pero a la vez tiene sentido. Muchas de esas sombras que veo no van
a ningún sitio. Solo se mueven, se desplazan de un sitio a otro. Se activan. Algo
les anima. ¿Ese estímulo lo provoca el movimiento? Yo diría que piensan en algo
superior a ellos; en un dios, en una familia. En algo por lo que darían la
vida; sus hijos, una mascota, su amante. Otros piensan en ellos mismos, en su
trabajo, el dinero, el vicio, en qué ocupar el tiempo que les queda. A medida
que voy cumpliendo años me acerco más al otoño, al borde de este viaje. Yo no
me movería de mi pueblo; en él está todo lo que necesito. Por la fuerza de la
costumbre hacemos una cosa y no otra. Yo estoy anclado. Otros no paran de
moverse. Viajan. Quieren conocer gente, otras culturas, sentirse vivos. Sin
embargo, yo premiaría a la gente que está quieta, a la que echa de menos, y
aniquilaría a los que se mueven constantemente como hormigas. Nunca he tenido
verdadera imaginación, pero ahora, sentado en esta terraza, ideo una manera
fresca que dé sentido a lo absurdo, a lo incoherente, y pienso que, como en las
casetas de feria de los pueblos, igual que cuando era un chiquillo, apuntaría
con una de esas escopetas destartaladas a los contornos que se desplazan a
escasos metros de mí, sacando la lengua y con ganas de llevarme el premio. En
verano soy un hombre tranquilo al que puede surgirle la violencia en cualquier
momento.
miércoles, 22 de agosto de 2018
HOTELES
En la hotel donde trabajo todo se pide con un «cariño mío» o un «corazón». Son las expresiones afectivas que más
usamos entre los trabajadores. Es la dosis necesaria de hipocresía para ser más
educados y cariñosos. «Buenos días, corazón. ¿Podrías traerme los manteles de
la lavandería, cariño mío?». Curiosamente, cuando hay alguna rencilla entre
nosotros también las utilizamos. «¡No te das cuenta, cariño mío, que has
colocado mal las copas!». Las palabras amortiguan cualquier situación tensa. De
hecho, cuando nos faltamos al respecto, son imprescindibles para no llegar a
las manos. «Corazón, eres un hijo de perra. Te partiré la cara, cariño mío».
miércoles, 15 de agosto de 2018
LA OLA DE CALOR
A eso de las cuatro de la madrugada, a través del patio interior, oí un
batir de huevos. No era un solo batir. ¿A esas horas, quién podía hacerse una
tortilla?, pensé. El ruido insistente del tenedor contra la loza me sugestionó.
Me asomé a la galería y, efectivamente, había luz en algunas ventanas. Sufríamos
una ola de calor. Pensé que un vaso de leche con galletas me iría bien. Abrí el
frigorífico, cogí el tetrabrik y me quedé un buen rato con la cabeza ahí
metida. Luego, sin saber cómo, me desperté algo turbado, mojando galletas en huevo
batido.
sábado, 11 de agosto de 2018
SOY LO QUE COMO
Yo a las mujeres las quiero tatuadas. La piel cruda de las que no lo
están no me dice nada. Un tatuaje bien hecho te lleva a la excelencia, a la
conexión con alguien. Yo conecto con los dibujos de dragones en la espalda,
pues interpreto que la mujer que los lleva es guerrera, épica, algo salvaje. La
piel es el escaparate de uno mismo, un lienzo que se mueve con nosotros a todas
partes. Yo soy gula, glotonería. Pecado. Y me encanta llevarlo tatuado. Mi
espalda es una mesa grabada con manjares marineros, y mis brazos son
salchichas, morcillas y chorizos. Todo bien dispuesto, como colgado, aprovechando
lo largo del brazo. Un artista tatuador ha sabido plasmar con detalle todo esto
que me llena. No es un capricho fruto de las modas o un acto de rebeldía. No. Soy
lo que como. Lo he meditado. No puede ser de otra manera. Esto es para toda la
vida. Tengo la certeza de que inyectar tinta y colorantes indelebles en la piel
es la mejor manera de proyectarnos en esta vida tan loca.
miércoles, 8 de agosto de 2018
UN TRABAJO MAL PAGADO
La joven camarera no es especialmente guapa ni simpática, pero verla
mientras sirve almuerzos a los clientes provoca en mí un sentimiento morboso. Tiene
buenas tetas y un mejor culo. Sus ojos
son de panda porque se los pinta demasiado. Los preferiría con ojeras y sin
maquillaje, castaños, verdaderos. Me imagino mi mano cubriendo una de sus
nalgas, presionándola suavemente. Sus labios rojos no hablan, nunca
dicen nada. Es callada. Se la ve tan agotada… Cuando se van los majaderos de la
mañana se sienta un rato en su silla. Ahí descansa. Cierra sus ojos y, durante un momento, se vuelve más bella. Yo la observo haciendo que leo el periódico. Entonces
su jefe sale de la cocina y se coloca tras ella. La sorprende con un casto beso
en la mejilla. Acaricia su cabello como quien busca piojos, y eso me hace
suponer que es su padre o un pariente, pero dejo de suponerlo cuando, por
encima del suéter, le soba las tetas.
domingo, 5 de agosto de 2018
LA MUÑECA
Una suciedad indeterminada del suelo se deslizó ligera como una pluma y
se posó con suavidad sobre el dorso de la mano de un señor, justo en la parte
donde se articula la mano con el antebrazo. El señor observó atento como aquel
cuerpo volátil se adhería sobre su piel blanca. Un trocito de plástico, pensó.
Sus bordes eran ondulantes, oscuros, y su forma irregular, como de chicle
aplastado. Una señora que pasaba por allí le preguntó la hora. El señor, que
estaba sentado en una aireada terraza, frente al mar, a pocos metros de la
playa, dejó de examinar aquel sutil elemento proveniente del pavimento y le
contestó. «Disculpe, no tengo hora; pero no serán más de las 19h.». A la señora
no le gustó aquella contestación. Le sorprendió. «¿Cómo que no tiene hora?», le
replicó algo molesta. «Lo que oye, señora. No tengo hora». El cielo cambiaba a
naranja y el viento tibio de la tarde seguía formando delicados remolinos a
nivel de acera. «Bueno, lo que usted diga», contestó perpleja mientras
mantenía la mirada en la muñeca del señor.
jueves, 2 de agosto de 2018
DESPERTARES
La velocidad que toma el aburrimiento es frenética cuando se alimenta
de domingos soporíferos. Al día siguiente se va despertando el tedio pegado en
el cuerpo y las descargas que se producen ese lunes por la mañana, si no se
responde a la alarma del despertador –como suele ser mi caso– son: o un platillazo
seco con la puerta o un redoble de cacerola. De nada sirve hacer el muerto en el
fango viscoso de mi cama. Se abre la persiana y arremete una luz que se clava
en los parpados y en la piel. Entonces el grito de Tarzán me advierte de que todo
debe empezar en esta selva de orangutanes. Huele a moho, a naturaleza revenida,
a un aire tan viciado que me traslada a las cloacas del día que asoma. Debo
elegir entre pensar en un trote ligero o seguir en la el sopor de la pereza; en
cantar con bostezos o en abrir el tetrabrik del porvenir que me brinda la
mañana. El cielo está más cerca cuando duermes. Ufff… Otra vez, a lo lejos,
repiquetea eléctrico un pájaro carpintero.
domingo, 29 de julio de 2018
ESPIONAJE
Sabes que te espían desde hace tiempo. Lo hacen cuando sales de casa y
cuando estás en ella. Hay cámaras y micrófonos escondidos por todo tu
apartamento. Lo supiste mientras regabas las plantas; el agua de la regadera
dejó al descubierto la cabecita de un micrófono hundido en la tierra. Disimulas
tan bien que podría decirse que, en realidad, eres tú quien controla a los que
te espían. Eres muy convincente aparentando. Felicidades. Les presentas cada
día una ficción tan bien teatralizada de lo que quieres que crean que ya los
debes tener engañados. No creo que sospechen de ti.
sábado, 28 de julio de 2018
LA GALERÍA DE LOS FAMOSOS
Hace unos días, antes de acostarme, dije: soy Mariano Rajoy. Y me acosté.
Dormí profundamente y cuando me desperté por la mañana tuve la sensación de no
haber soñado. Repetí su nombre varías noches seguidas por sí lo conseguía. Pero
nada. En cambio, ayer dije: soy Agatha Ruíz de la Prada, y la cosa cambió. Dormí
como entusiasmado. Luz, fantasía y colores chillones. Me levanté empapado en
sudor, exaltado, pero con la sensación de haber soñado. Fue excesivo. Podría
elegir otros nombres de la galería de los famosos, pero para descansar prefiero
volver al paisaje plano y gris de Mariano.
viernes, 27 de julio de 2018
EL ADMIRADOR
Hablar con tu ídolo no es tan complicado. Yo lo conseguí de la manera
más sencilla. Busqué su nombre en el listín de Páginas Amarillas y allí estaba. Marqué el número y voilà. Se puso una voz femenina. «¿Quién
llama?», preguntó. Primero pensé que era su esposa, pero por el timbre de voz supuse
que, más bien, era su asistenta. «Un fiel seguidor de sus obra», contesté. «Un
momento, por favor, no se retiré». Es cierto que pude hablar con mi escritor
preferido, y durante la breve conversación que mantuvimos me quedó claro que
para nada somos lo que escribimos.
jueves, 26 de julio de 2018
UN FINAL IMAGINATIVO
Faltan escaparates llamativos que exhiban pompas fúnebres a pie de
calle. Deberíamos entender que todo aquello que tenga que ver con las ceremonias
a los difuntos es significativo; y evidenciar lo póstumo en las avenidas más concurridas
o en los centros comerciales, sería una forma de quitar trascendencia a lo inminente.
Tomar conciencia de lo mortuorio es entender que estamos de paso, por
lo que este tipo de establecimientos deberían tomar más visibilidad en nuestra
sociedad. Todo radica en elaborar escaparates sugerentes con coronas de flores
y ataúdes; dar un toque divertido si se quiere, imaginativo, y, sobre todo, ser
capaces de elegir con la familia las exequias de tu defunción, como quien se
compra un vestido en una tienda o un coche en un concesionario. No está bien
dejar todo el trabajo para los que se quedan.
martes, 24 de julio de 2018
EN OTRA ONDA
El individuo bohemio es un mísero de lujo al que le gusta sentirse
libre. Es inconformista, extravagante en su forma de vestir y de ideas estrafalarias.
Esa vocación, muy acorde a la figura de los artistas, se hereda como la mala
suerte. Los bohemios solo tendrían que sentar un poco la cabeza y esa
apariencia superflua cambiaría, pero les resulta imposible. Nunca han tocado
con los pies en el suelo, y, según dicen, en ello radica su inagotable creatividad.
Yo conocí a uno con bigotes dalinianos que recibía el apoyo moral y
creativo de un pavo real. Se lo colocaba sobre la nuca y le contaba sus iniciativas
creativas. Tenía tantas que, cuando el ave desplegaba en abanico su vistosa
cola azul y verde con irisaciones doradas, el artista interpretaba que, de
todas, la que coincidía con la abertura total de su plumaje era la mejor idea,
la más acertada para ser llevada a cabo. Así funcionaba su ingenio. Se hizo inseparable
de ese pavo. Se sentía divino, especial, un artista admirable. Aunque, en
realidad, era un individuo creído e insoportable que se pavoneaba demasiado.
sábado, 21 de julio de 2018
LOS FAROS
Un faro asentado en medio de un paisaje rocoso y golpeado por la
bravura del mar es un lugar donde se respira belleza y también un sentimiento
inhumano. Vértigo. Escalofríos. Arrebato. Pensamientos que suscitan al desafío.
El paisaje es ideal para llevar a una mujer al ponerse el sol. Engatusarla con
las vistas, con palabras bonitas, con algún beso inocente. Los abismos y los
faros contienen algo hipnótico, mucho más que la línea del horizonte, que no
dice nada. La mujer, que es desconfiada pero enamoradiza, descubre los adornos
de la cita y sus fatalidades. Aunque siempre es demasiado tarde.
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