martes, 18 de diciembre de 2018

EL CONCURSO

Me encanta la idea de que antes se pagara a una señora para que llorara en los entierros. En San Juan del Río, en el estado de Querétaro en México, se celebra un moderno concurso de plañideras dentro del festival Anual del Día de los Muertos. Estoy tentada en presentarme. En casa, siempre que me siento sola, exagero mi tristeza y teatralizo lamentos, suspiros y gemidos varios. Me dispongo ante el espejo y, a través de movimientos compulsivos, produzco inspiraciones bruscas y entrecortadas que son idénticas al llanto. Luego, esos sollozos, si están bien ejecutados, los intercalo en un discurso lleno de frases conmovedoras. Únicamente me falta producir lágrimas. Para ello, es básico mantenerse bien hidratada y que el organismo contenga el agua suficiente. Acostumbro a practicar con las películas en las que la actriz o el actor lloran. También recurro a pensar en cosas tristes: me imagino indefensa ante vejaciones; visualizo perros y gatos aplastados en la carretera; recuerdo impactantes imágenes emitidas en televisión de niños azotados por la miseria; pienso en las penurias que deben pasar los pobres inmigrantes que viajan en patera; revivo la angustia de mi padre durante su dura enfermedad, cómo se iba apagando y se convertía en cadáver… Nada de eso me funciona. No me ablando; y no consigo que mis ojos luzcan llorosos. Necesito ese plus para que mis dramas sean redondos. Quiero dar lo mejor de mí; así que si no es este año me presentaré el otro.

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