viernes, 30 de noviembre de 2018

POR NO PAGAR


Estoy en casa, tranquilo, haciendo un ovillo con mis intestinos. Concretamente con el más largo y fino, el delgado. Me daría para hacer una bufanda o un gorro, o un lazo corredizo. Llevo sacados cuatro metros y sigo desplegando las dobleces membranosas alojadas en mi cavidad abdominal. Una brecha en el ombligo permite que vaya estirando las vísceras sin notar el dolor; apenas unas cosquillitas. Es curioso todo lo que tenemos metido en nuestro interior. Hace unas semanas, llegué a un pacto con la muerte, sí, de otra forma no podría hacer lo que estoy haciendo, y quedamos en que seguiría viviendo si yo le entregaba mi esencia, mi corazón. Me tiré de un taxi en marcha por no pagar.


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