Una vez me arranqué una muela con unos alicates. No fue difícil. Me
ayudé de un pequeño espejo para localizar el diente podrido, y, con la otra
mano, iba tanteando la zona hasta tenerlo agarrado con las tenazas. Me preparé
un vaso de Jack Daniel’s, una toalla y unas bolas de papel de váter. Cuando lo
tuve bien cogido, ni lo pensé, retorcí el diente negro de caries y estiré con
todas mis fuerzas. Estuve a punto de desmayarme. La sangre inundó mi boca, me
chorreaba por la barbilla. Escupí en el lavabo y mordí las bolas de papel que
había empapado en whisky para limpiar y absorber la sangre de la encía
ahuecada. Me enjuagué varias veces con el alcohol y di varios tragos para
desinfectar la herida. Eliminé posibles rastros de sangre y logré inhibir el
dolor punzante. Me aseé y limpié el lavabo. Dejé los alicates en la caja de herramientas
de mi padre y me fui al instituto anestesiado. Muy contento.
miércoles, 30 de enero de 2019
martes, 29 de enero de 2019
EL SER FARFULLADOR
Cuando el ser farfullador se miraba hacia dentro y veía cosas que no
estaban en sintonía con él, emitía una voz afectada, una locución ininteligible
de palabras que más bien parecían bramidos. Contemplaba la composición de sus
entrañas como una chapuza de la naturaleza, como la cartografía deficiente de un
mapa lleno de accidentes naturales irreparables. Su mirada deducía una versión terminal,
inconclusa, aunque también ingeniosa e imaginativa. Por una parte hallaba un
factor patógeno, una alteración oscura que avanzaba hacia un declive irreversible.
Y por otra adivinaba la textura y el contorno de una criatura camaleónica
instalada en su centro. De apariencia cambiante, majestuosa, corpórea e
incorpórea a placer, con una voz resonante que palpitaba con fuerza y suplantaba
los verdaderos latidos de aquel ser enfermo, acabado y farfullador.
viernes, 25 de enero de 2019
LA BRUJA
He visto mi muerte, y no va a ser ahora mientras mi supuesto pretendiente
cree que me ahogo con un hueso de aceituna. Es cierto que da la impresión de
que me atragante. Le agradezco su rápida reacción y que me apriete contra él
para socorrerme; dice mucho de su forma de ser y de su entereza. ¿Creéis que
podrá perdonarme? Solo finjo una muerte doméstica, sencilla, para conocer su respuesta
ante un hecho de esta trascendencia. Su mirada masculina despierta ternura, es bondadosa,
desprovista de dobleces y sin la agudeza para ver más allá de lo evidente. Es
mi hombre. Podría quererme hasta mi verdadera muerte. ¿Creéis que reaccionará
bien cuando le diga que la oliva era rellena de anchoa?
miércoles, 23 de enero de 2019
SUPERDOTADOS
El perro no tenía motivos para suicidarse, pero desde que fue adoptado
por un niño prodigio ya lo había intentado varias veces. La primera vez se tiró
por un patio de luces. El perro saltó uno de los muros que dividía la azotea
del edificio y se encontró con un espacio descubierto de siete pisos de altura.
La segunda vez se escapó de casa y se lanzó a la carretera cuando pasaba un
coche. Siguieron más intentos, y siempre salió ileso.
Es por todos conocido el mal
envejecer de los niños prodigio. Durante su juventud son capaces de dominar
muchas materias y disciplinas; sin embargo, con el tiempo, esa naturaleza que
los hace especiales va desembocando en otra muy distinta. Esta mascota,
vivaracha y traviesa, también daba la impresión de no ser un perro normal, era superdotado
como su amo, tanto en su evidente fortaleza física como en la mental, pues,
hasta ahora, había sido capaz de aguantar la heterodoxa vida de un tipo que superaba,
día a día, los límites de la normalidad.
jueves, 17 de enero de 2019
EL ÁNGEL DE LA GUARDA
El cuerpo inerte del ángel estaba en una posición extraña, tendido en
el pasillo del hotel, con las alas replegadas. Fue un homicidio extraño, lleno
de interrogantes. Antes de su fallecimiento custodiaba una habitación concreta del
hotel. Algunas vidas humanas estaban protegidas por estos mensajeros de Dios.
Su cadáver desprendía un
olor insoportable, nauseabundo. El forense que vino a examinar el cuerpo siempre
había relacionado la fragancia de los lirios con estos seres celestes. Los
había proyectado en su mente como seres inmortales, prácticamente incorpóreos,
de gran pureza, de tez nívea, bellísimos... Este se salía del estereotipo
divino. Iba sin afeitar, con una camiseta de tirantes manchada con restos de comida,
y los brazos tatuados con símbolos ininteligibles. No había nada de celestial
en su apariencia, más bien se apreciaba la dejadez, el desaliño, la miseria, la
suciedad. Su cabello era grasiento, brillaba, estaba lleno de mechas de colores
que refulgían como la purpurina. Pura extravagancia. En realidad, el experto solo
veía a un humano con alas; y su capacidad para volar, si la tenía, sería un don
extraordinario, un milagro. La realidad de aquella situación era que aquel
cadáver alado emanaba una fetidez vomitiva. El hotel se había vuelto
irrespirable. Había claros indicios en su expresión facial de que había sucumbido
por alguna agitación interna. Estaba mojado en sus propios orines, empastado en
sus heces, ahogado en una cantidad inmunda de bilis, con los ojos inyectados en
sangre, aterrorizado, como si lo presenciado no perteneciera a los mundos que él conocía.
martes, 15 de enero de 2019
LLUVIA PODRIDA
Enseguida noto la mala calidad de la lluvia. Las nubes que la contienen
llevan demasiados días en el cielo y toman un color oscuro, tenebroso. Su mal
estado salta a la vista, parecen ballenatos de plomo que no soportan su peso, e
intuyo que no aguantarán ni un minuto más en la bóveda celeste. Caducan cuando el
aire vicia sus entrañas y dejan de ser algodonosas y ligeras. Al precipitarse
las primeras gotas, uno se da cuenta de esa naturaleza defectuosa; la lluvia
hiede a cenizas, a corral de gallinas, a perro sudado. Esos días sombríos me afectan.
Me miro en el espejo y veo una vulgar funda en vez de un cuerpo, y observo como
el mío es de constitución gruesa y lastimosa, y no me representa. Esos días de
paraguas y chubasquero me quedo en casa, pensativo, evocando junto a la ventana
los paisajes de mi memoria. De cuando fui trapecista en un circo que pretendía
hacer su mayor espectáculo con un enorme elefante que vivía en el interior de
un camión destartalado, sin una claraboya que se abriera al cielo. De cuando el
domador le atizaba con el látigo y el paquidermo pisaba el suelo sin descansar
su peso, sintiendo el miedo cuando los niños aplaudían. Eso lo percibo ahora.
Entonces, vivir en aquel circo, era como estar entre bambalinas todo el día; como
flotar en el mundo y no sentirse de ningún sitio; era pertenecer a lugar
indefinido, irreal… maravilloso. Mis ojos obviaban lo importante de las cosas,
solo veían lo externo, la línea que dibuja los contornos. Mi mirada era joven, sencilla,
desprovista de profundidad y de la capacidad para ver más allá de lo evidente.
Ahora, cuarenta kilos después, distingo mi tristeza, mi deformidad, mi
decadencia; y me viene toda de golpe, arrastrándome en la soledad de esta casa cuando,
sin saber muy bien por qué, respiro la calidad deficiente de la lluvia.
viernes, 11 de enero de 2019
CONDUCTAS DEL MAL
El estado de su alma se vuelve viscoso. Se pega en la concavidad de sus
costillas y en la parte posterior del esternón. Su corazón se desplaza a la
derecha, y el hueco que deja se llena de pequeños agracejos negros que van explotando
como petardos. Ella permanece quieta, insensible, deja que el prodigio avance. Experimenta
una inmersión en su mente, en un pequeño océano, y adopta los colores de su espiritualidad.
A través del yodo que imagina en la densidad de ese líquido y de sus órganos se
establece un equilibrio místico que la transforma en un cuerpo vibrante y
maligno. Exenta ahora de espíritu, y apta para no sentir culpa, se siente atraída
por las conductas perversas y los objetos punzantes.
jueves, 10 de enero de 2019
EL SÍMBOLO AMARILLO
Al final, el grupo más aguerrido decidió engalanarse un pequeño lazo
amarillo en la solapa de la chaqueta –¡sí, amarillo!– y manifestarse por las
calles de la ciudad sin reparar en las consecuencias. El bloque, distinguido con
aquella pequeña insignia a la vista de todos, irrumpió en una concurrida
avenida golpeando en las retinas de los viandantes. El color penetrante que
irradiaba aquel lazo obligó a los más extremistas a taparse la cara; sus ojos
se abrasaban como cuando se observa al sol directamente, y se retorcían de
dolor porque, además, el cráneo se les deformaba por dentro. La agonía solo
duró unos segundos, pero fue suficiente para darse cuenta del poder devastador
de aquel pequeño símbolo amarillo.
viernes, 4 de enero de 2019
FECHORÍAS DE UNA BIBLIOTECARIA (II)
Mi trabajo de bibliotecaria es silencioso y me permite hacer muchas
cosas. Cuando me canso de catalogar libros hago un parón y leo, otras veces
escribo, otras escucho música en mí mp3 y, desde hace unas semanas, me dedico a
preparar combinados. Esos días que me da por la coctelería voy algo más cargada
al trabajo. Ayer mismo en mi mochila dispuse una copa de balón, una botella de
Beefeater y otra de tónica Schweppes –son mis marcas preferidas–, un par de
limones y una bolsa de hielos dentro de otra especial para mantenerlos
refrigerados. Un Gin tonic es algo más que mezclar ginebra con tónica; así que
tengo en cuenta una serie de pautas básicas para que el cóctel esté en su punto
y sea apetecible. Es imprescindible que el hielo sea compacto y de calidad; que
no sea del grifo, ya que el cloro puede «matar» el sabor del combinado. Ah, y
nada de vasos estrechos o de tubo, la ginebra no es capaz de expandirse. A mí
me gusta deslizar la corteza de un limón (que he cortado previamente con una
pequeña navaja) por el borde de la copa y luego la dejo sobre el hielo con la
idea de perfumarlo. La ginebra debe servirse en su justa medida. Para mi gusto:
una parte de Beefeater por dos partes y media de tónica Schweppes. Nada del
zumo ni la pulpa del limón, eso elimina el carbónico y lo chispeante de la
bebida. Es esencial que no se rompan las burbujas. Se consigue vertiendo
pausadamente la tónica sobre la pared de la copa, aunque yo uso una cucharilla
mezcladora, es mucho más profesional y se logra el efecto deseado a la hora de
mezclar destilado y refresco . Muchas veces, el agradable sonido de la
efervescencia es lo único que se escucha en la biblioteca, y yo me siento
privilegiada de tener el trabajo que tengo.
miércoles, 2 de enero de 2019
FELIZ ODIO NUEVO
Odio los trabajos que no poseen nada de nuestros hobbies, de nuestras
pasiones; odio muchas cosas de la vida, también a mucha gente. Es humano.
Siempre he buscado culpables para canalizar mi odio. El fútbol es una de mis
vías; también la televisión y la política del día a día. Es fácil buscar en lo bucólico
algo que me produzca náuseas, por eso odio la Navidad. Me centro en aquello que
es vomitivo y lo convierto en otra cosa. La fabulación me da sentido. Lo hago
con un papel y un lápiz, dibujando; o capturando ideas en mi móvil que luego
traslado al ordenador, escribiendo. No soy un escritor puro, ni un dibujante
puro… Pienso que es absurdo serlo; no me gustan aquellos que van de puros en lo
artístico o lo creativo. Pierden su gracia (y mi interés). No odio ser
creativo. De hecho, aplaca el carácter insoportable que tengo conmigo mismo.
Mis mundos parten del odio (aunque uno pueda ser un tipo afable y bonachón).
Agudizo mi mirada en la gente que fuma, en los cigarrillos, en el asqueroso
humo que exhalan; imagino sus pulmones negros, bultos malignos, el cáncer, la
muerte…Todo eso, y más cosas, son mi inspiración. Sé que no voy a inventar nada,
pero me esfuerzo en crear arte de aquello que aparentemente no lo es.
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