viernes, 24 de agosto de 2018

LOS VIERNES


Los viernes disfruto de lo absurdo de nuestro mundo. Es mucho menos doloroso que el mundo real. Ahora amanece. Es absurdo, bonito. Un sol brillante e incandescente sale cada mañana tras la línea del mar. Yo lo disfruto desde la terraza de esta cafetería que da a la playa. Los viernes son mis vacaciones. Es el día que no soy de carne y hueso. Solo soy viernes. Nada. La luz recorta todo lo que transita; hace que vea siluetas, formas, figuras animadas. Un paisaje que ilusiona. Más o menos. A las siete de la mañana es descabellado que esta cafetería esté abierta y que haya gente que corra por el paseo, que sude, y que otros caminen, y unos pocos vayan en bici, incluso que algunos paseen al perro. Es absurdo, pero a la vez tiene sentido. Muchas de esas sombras que veo no van a ningún sitio. Solo se mueven, se desplazan de un sitio a otro. Se activan. Algo les anima. ¿Ese estímulo lo provoca el movimiento? Yo diría que piensan en algo superior a ellos; en un dios, en una familia. En algo por lo que darían la vida; sus hijos, una mascota, su amante. Otros piensan en ellos mismos, en su trabajo, el dinero, el vicio, en qué ocupar el tiempo que les queda. A medida que voy cumpliendo años me acerco más al otoño, al borde de este viaje. Yo no me movería de mi pueblo; en él está todo lo que necesito. Por la fuerza de la costumbre hacemos una cosa y no otra. Yo estoy anclado. Otros no paran de moverse. Viajan. Quieren conocer gente, otras culturas, sentirse vivos. Sin embargo, yo premiaría a la gente que está quieta, a la que echa de menos, y aniquilaría a los que se mueven constantemente como hormigas. Nunca he tenido verdadera imaginación, pero ahora, sentado en esta terraza, ideo una manera fresca que dé sentido a lo absurdo, a lo incoherente, y pienso que, como en las casetas de feria de los pueblos, igual que cuando era un chiquillo, apuntaría con una de esas escopetas destartaladas a los contornos que se desplazan a escasos metros de mí, sacando la lengua y con ganas de llevarme el premio. En verano soy un hombre tranquilo al que puede surgirle la violencia en cualquier momento.

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