Los escarabajos y las cucarachas viven lo suficientemente cerca como
para saludarse todos los días al salir de sus respectivas casas. Lo hacen por
educación, ya que en realidad se odian; experimentan un asco tremendo al
cruzarse en sus idas y venidas. Un día, ese gesto de cortesía, derivó en
trifulca; perdieron su pundonor y llegaron a las patas. No supieron comportarse
como insectos civilizados, y el choque originó una ridícula melé, una lucha absurda
entre dos bandos invertebrados. Yo, desde la rama de un árbol contemplé la contienda
y me avergoncé de pertenecer a la familia de los coleópteros.
Relato finalista en Wonderland el 03/03/2018
Relato finalista en Wonderland el 03/03/2018
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