La calle Mar albergaba olas que
ahogaban a los inoportunos. Incluso la madrugada que un joven apuesto, vestido
con un impecable traje de alpaca negro y un sombrero de alas, llamó
repetidamente al interfono de Carolina la pescadera. Tenía un aire desenvuelto
y sofisticado y, a simple vista, no parecía de los que armaban jaleo; aunque aquel
insistente e intempestivo repiqueteo podía alarmar a cualquiera. Ella contestó
por el telefonillo con la voz entrecortada: «¿Quién es? ¿Qué pasa?», exclamó. Se
despertó sobresaltada, azorada, no eran horas. La cálida luz de una farola
próxima dibujaba la esbelta figura de aquel singular Romeo capaz de todo por sorprenderla.
Entonces, su voz almibarada conectó con la noche y, acercándose a la rejilla
del portero automático, entró en éxtasis para cantarle, a su manera, una balada
llena de bellas intenciones. Yo espiaba desde mi ventana, consumida por la
envidia y sin poder frenar la emoción que ascendía por mi espalda. Carolina, en
cambio, incapaz de sentir el tiempo detenido al borde de la madrugada, no tardó
en asomarse a la ventana con un barreño de lluvia que precipitó inclemente sobre
aquella magnífica voz que acompañaba las primeras luces del alba.
Esta Noche te cuento (ENTC)
Tema: Homenaje a Sinatra (100 años)
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