Coincidimos en una baldosa de la
cocina, me dribla y me hace un traje. Me deja clavado, sin tiempo a reaccionar
ante aquella filigrana escurridiza. No me da ni los buenos días; entiendo que va
con el tiempo justo para llegar al trabajo. Me ducho, me visto y la espero en el
recibidor para darle un beso y desearle un buen día. Con cara de asombro señala
el techo y miro la zona indicada esperando encontrar algo extraño. Sabe bien
que bebo los vientos por ella, y aun así vuelve a sortearme con argucia cerrando
la puerta tras de mí.
Relato finalista en Wonderland el 11/06/2016
Relato finalista en Wonderland el 11/06/2016
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