miércoles, 4 de marzo de 2015

FIN DE LA CITA



Me quedé con cara de tonto al descubrir que en el último pedacito de papel higiénico había algo escrito. Era una frase corta, como las que rezaban en algunos sobrecillos de azúcar. Lo vi como una idea original, un guiño al momento, una sorpresa al intelecto ubicada al final del rollo. Sentado en el inodoro la leí. Era contundente. Planteaba una reflexión trascendental acerca de la condición humana. Me hizo pensar un buen rato y las dudas se instalaron en mi cuerpo. Sentí cómo crecía algo en mi interior. Entonces recordé qué hacía allí y, asomando la cabeza, grité: ¡papeeeeeeeel! 

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