En mi familia somos todos asesinos. Yo estoy empezando a tomar
conciencia de ello. Veo que somos sensibles y talentosos en lo nuestro y nos
esforzamos en buscar la belleza, la estética. Sin embargo, no planificamos ni
programamos; ni usamos patrones estratégicos a la hora de manifestar nuestros
actos homicidas. Eso sería retorcido. Solemos actuar con espontaneidad,
sencillez, llaneza… Nuestra violencia es una metáfora, una grata inconsciencia
que posee una estructura sólida. Al final todo cobra sentido. Solo nos limitamos
a acelerar lo que es irremediable, y seguimos los impulsos de nuestra verdad para
aceptar los caprichos de la naturaleza.
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