En la barbería donde voy a cortarme el pelo hay una pequeña mesa con un
montón de revistas del corazón desfasadas para distraer a los clientes mientras
esperamos el turno. Junto a ellas, también hay un tomo bastante grueso que
lleva por título: «Manual Completo de Defensa Personal». No puedo resistirme a ojearlo. Delante de mí van dos señores con pelazo; así que, durante un rato,
puedo sumergirme en las enseñanzas de este interesante manual. Hay ejercicios
sobre presas, caídas, puñetazos, patadas… Es didáctico y está lleno de
ilustraciones. Está formado por un compendio de poses corporales y de explicaciones
sobre cómo defenderse de un atacante armado e inmovilizarlo; de cómo defenderse
de varios agresores y de cómo comportarse en la oscuridad. Después de tan
apasionante entretenimiento, observo al manos-tijeras con aversión, va tan lento en
su trabajo que solo me entran ganas de darle una somanta de palos.
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