Sus
pies no tienen arco. Son completamente planos. Hinchados y sin tobillos. Dos
patatas gigantes con uñas. Tendríais que ver las pisadas que imprimen en la playa
al andar por la arena mojada. Dejan surcos de medio palmo y la gente observa cómo
se llenan de agua. Luego, alzan la vista y escanean su cuerpo con la mirada,
esperando encontrar un rostro acorde: dos ojillos de cerdo, una nariz como una
aldaba y la boca deforme, de rape, desquiciada. Sin embargo, se encuentran con
una grata sorpresa, pues resulta ser una muchacha agraciada, extravagante, vivaracha,
única, emergente, esplendorosa…pura belleza.
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