Mi padre es un tipo muy especial.
Tanto que hasta en la manera de morir es exclusivo. Lo ha hecho tres veces ya.
La primera vez fue cortando jamón; se le escurrió el cuchillo jamonero. Nos dio
un patatús cuando se levantó de la caja el día de su entierro. La segunda fue
por atropello; un autobús. Su resurrección ya no nos impactó tanto. La tercera
al fallarle el corazón cuando mi madre lo dejó por el vecino del quinto veinte
años más joven. Creemos que esta última es irreversible. Ha sido por muerte
natural; dentro de lo sobrenatural, claro.
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