martes, 19 de enero de 2016

CUIDADOS INTENSIVOS

Mantenía el cadáver de su marido en casa porque estaba convencida de que volvería con ella. Cada mañana lo aseaba y lo vestía; lo acomodaba en el sillón de la ventana y le ponía la radio bajita, como solía escucharla. A la hora de comer, lo sentaba en la mesa del comedor y le hablaba como si aún viviera. «Come Antonio, llevas mucho tiempo sin hacerlo». Le sujetaba su huesuda cabeza con una mano y con la otra le daba la sopa; pero le chorreaba por sus oquedades. «Antonio, por el amor de Dios, no me hagas enfadar otra vez».

No hay comentarios:

Publicar un comentario