Odio los trabajos que no poseen nada de nuestros hobbies, de nuestras
pasiones; odio muchas cosas de la vida, también a mucha gente. Es humano.
Siempre he buscado culpables para canalizar mi odio. El fútbol es una de mis
vías; también la televisión y la política del día a día. Es fácil buscar en lo bucólico
algo que me produzca náuseas, por eso odio la Navidad. Me centro en aquello que
es vomitivo y lo convierto en otra cosa. La fabulación me da sentido. Lo hago
con un papel y un lápiz, dibujando; o capturando ideas en mi móvil que luego
traslado al ordenador, escribiendo. No soy un escritor puro, ni un dibujante
puro… Pienso que es absurdo serlo; no me gustan aquellos que van de puros en lo
artístico o lo creativo. Pierden su gracia (y mi interés). No odio ser
creativo. De hecho, aplaca el carácter insoportable que tengo conmigo mismo.
Mis mundos parten del odio (aunque uno pueda ser un tipo afable y bonachón).
Agudizo mi mirada en la gente que fuma, en los cigarrillos, en el asqueroso
humo que exhalan; imagino sus pulmones negros, bultos malignos, el cáncer, la
muerte…Todo eso, y más cosas, son mi inspiración. Sé que no voy a inventar nada,
pero me esfuerzo en crear arte de aquello que aparentemente no lo es.
No hay comentarios:
Publicar un comentario