Es deprimente que los humanos tengamos un final tan marcado desde que
nacemos. La inmortalidad debería ser una alternativa para las almas que lo
merezcan. Pero eso es una aspiración que no se contempla en nuestra naturaleza,
es utópica, imposible, y muchos, atormentados por las adversidades de la vida y
conocedores de que tarde o temprano van a morir, prefieren sentir que controlan
algo adelantándose a este desenlace. Es una pena, pero es así, Los que no
soportan esas desgarradoras dentelladas en su alma se suicidan sin más, sin
valorar nada y sin decirlo a nadie. Luego hay otros que, a pesar de su tormento
y poseer sus razones para dejar de respirar, lo anuncian a los cuatro vientos y
buscan un final más épico y vistoso. Es en ellos donde los profesionales que
tienen acceso a los medios de comunicación deberían ir tras la heroica revelación.
Sería idóneo narrar y dar a conocer la originalidad y la emoción del
acontecimiento, y retransmitir esa acción como quien retransmite un partido de
fútbol, dando el énfasis que se precise para que la fascinación del resultado
nunca caiga en el olvido.
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