La señora que empezaba los libros por la mitad creía que así se
adelantaba al tiempo. Prefería imaginar los inicios y ser libre en sus
interpretaciones. Con las películas hacía lo mismo; las empezaba desde la parte
central y rellenaba el origen con su fantasía. Tenía esa costumbre. Curiosamente,
desde hacía un tiempo, su zona de confort se atascaba en los ángulos muertos de
su mente. Ni leía ni veía películas. Perdía la memoria progresivamente, pero se
la veía feliz. Se sentaba junto a la ventana, sumida en cientos de páginas en
blanco e imaginaba la narración de su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario